Agencia CHE

Sarlo

Por Omar López

La “intelectual y ensayista” Beatríz Sarlo, autora del Imperio de los sentimientos, hace media vida que saltó del trapecio ideológico donde se mecía para ser una intelectual orgánica de la ideología de la derecha dominante. Beatriz Ercilia Sarlo Sabajanes (1942), calificó a la candidata del FdT, Victoria Tolosa Paz, “como una cheta que dice malas palabras”. Definición que encierra un desafío intelectual en el tiempo presente con una parte de la sociedad marginada, empobrecida e incluso esa porción de clase media –que tanto estudio Sarlo- adicta a parecerse y pensar como el poderoso. Lo importante son las ideas, la ideología; construir poder popular en la nueva dimensión de las encrucijadas culturales que nos impuso el neoliberalismo. Como Sarlo creía en su momento, cuando hasta finales de los sesenta en el ámbito ideológico del peronismo, con estímulos de izquierda y vanguardia estética que la aproximan a la apuesta por una CGT diferente, la “CGT de los Argentinos”, contracara de la burocracia mafiosa del sindicalismo vandorista. Fue un tiempo fugaz. Texto y contexto, como bien señalaba el gran David Viñas –que cruzo tenazmente ideas con Sarlo- para adentrarnos de lo contingente a lo necesario. Garchar es maravilloso, tanto como hacer el amor en la cama del destino colectivo sin renunciar a la búsqueda de esa unidad imperfecta pero valiente que marcha a tejer sin descanso la trama heterogénea por la justicia y felicidad de la mayoría. No da pena que Sarlo se detenga en tocar la partitura de Magnetto que nos violó hasta el cansancio, que se apropió de Papel Prensa mediante crímen y tortura dirigiendo la caza de sus adversarios con el terrorismo de Estado. Indigna y fortalece para seguir luchando por desenterrar tanto crimen al pueblo, porque en vez de hablar de garchar, hay que discutir cómo se logra imponer el Estado de Derecho pleno en sus garantías constitucionales y castigar a los que violaron la constitución, desaparecieron, torturaron y se apropiaron de hijos y empresas en el nombre de la libertad del mercado. Hablar de la deuda, de un sistema de terrorismo económico y dominio cultural que nos despedaza, de una justicia servil a los grandes bandoleros del poder económico, de la mentira y el engaño, de encerrar la historia y desaparecer la memoria. Sarlo, se perdió en el laberinto donde los intelectuales orgánicos del poder real se embriagan con la obediencia debida.

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