La lucha tiene una historia y hay que descubrirla
Por Mate amargo
El exterminio a más de cinco millones de jubilados adquiere una dimensión trágica que visualiza la prolongada derrota cultural/política del movimiento democrático popular.
Más aún, si entendemos que los jubilados tienen familia podremos imaginar veinte millones de ciudadanos involucrados directa o indirectamente en semejante tragedia social. La ausencia de una reacción popular de magnitud tiene vínculo con la historia de construcción política, con el desarrollo histórico de la resistencia y combatividad organizada. Hace tiempo que la ruptura entre una dirigencia que lucha por una unidad combativa, su representatividad, ideología y capacidad de combate y desarrollo de calidad de cuadros políticos está estancada en una lectura fija de la historia sin evolución. La batalla de las ideas y la lógica de sustento (ideología), y sus principios, lógicas de construcciones críticas, identidad, principios de clase, evolución de la ciencia política ante el desarrollo de las fuerzas en pugna. Batalla cultural y el estancamiento de su evolución, son elementos a considerar.
La historia de las luchas políticas, de clases, el desarrollo de la ideología en la dinámica y evolución de la organización y conciencia popular, son enormes lagos de la historia donde beber y refrescar la memoria.
La CGT de los Argentinos y su combativismo transversal, su batalla por las ideas de la clase trabajadora, los congresos gremiales más grandes de la militancia política sindical que parieron el programa de Huerta Grande, Córdoba y el nacimiento de la CGT de los Argentinos con un programa que planteaba la distribución de la riqueza, la independencia económica, la justicia social y el norte socialista.
El 17 de Octubre de millones de obreros y trabajadores movilizados por la libertad de Perón, la dinámica del movimiento. El Cordobazo que enfrentó a la dictadura de Juan Carlos Onganía, en Córdoba y fue el comienzo de la caída del régimen empresario militar.
La resistencia a la dictadura con torrentes de muertos y desaparecidos, sindicales, políticos, estudiantes, la batalla difícil de encender la noche en medio de los zócalos donde reinaba la muerte y la delación. Las luchas abrieron el conocimiento de la clase, democratizaron los cuadros, la referencia sindical, agudizaron la conducción ideológica, la clase de la lucha. Merecen todas, un recorrido; la historia de los ferroviarios contra el plan Larkin, también los trabajadores del riel contra el cierre de ramales y decenas de miles de despidos en los 90 del menemismo. Las batallas de los telefónicos contra la privatización impulsada por Menem – Maria Julia Alsogaray con aquel peronismo que giraba a la derecha ultra liberal. La batalla de los miles de obreros de Yaciretá combatiendo contra la corrupción que dirigía aquel obrador de 20 kilómetros cuadrados, luchando contra la burocracia sindical y sus asesinos a sueldo. Hay historia, hay enseñanzas, hay adn, hay ideología, hay política, y en esa memoria habita, siempre, la unidad para el poder vencer.
Hay que bucear en la historia, encontrar los quiebres, las rendiciones, la evolución del enemigo del pueblo, el control de la palabra, los sentidos, las lógicas de pensar y creer en el pueblo y entregar la iniciativa a poder económico que nunca fue derrotado.
Las enseñanzas y luchas, los aprendizajes de tanto heroísmo y destinos trágicos merecen ser consultados, interrogados. Cómo hubo traidores sindicales como Vandor y Rucci, hubo otros que lucharon con su pueblo por la justicia y la libertad; el gráfico Raimundo Ongaro, el lucifuercista Agustín Tosco, el cervecero Saúl Ubaldini, el estatal Germán Abdala, entre muchos, muchos más. Las luchas y la calidad de unidad, programa, organización, cuadros políticos y la batalla por evolucionar el pensamiento crítico y cualidad de conducción del movimiento nacional y popular, están en la historia, deben ser rescatada en la memoria, liberar esa historia, discutirla, traerla al presente. Hubo quienes lucharon por recuperar la democracia, profundizar el estado de derecho, enfrentar el entreguismo, al capitalismo rapaz, a la derecha cínica y brutal.
El movimiento universitario, sus luchas, sus aportes, su ciencia. Las batallas de los educadores, su unidad y desarrollo en el vientre de la clase trabajadora, la creación de la CTA en los noventa, cuando habitaba la traición, los narcos sindicalistas, ahora, el museo de los gordos millonarios en la CGT.
Hay mucho para recuperar cuando nos preguntamos, por qué cuando se ejecuta semejante genocidio con nuestros viejos, no hay movilización, más allá de la CGT y sus eternos burócratas, traidores, entregadores de su clase.
El extravío y la pasividad de semejante volumen ciudadano parece frustrante, tanto más grave es la premeditada quietud de viejas dirigencias políticas y sindicales. La oposición es una contracorriente que solo gira en su laberinto.
Resulta comprensible considerando el extenso historial de traiciones y servidumbre a la clase dominante que hace tiempo los adoptó y empoderó como sus socios dinamiteros de la estructura combativa de los trabajadores. El mapa de la desgracia es más amplio y se anuda la involución cultural de la política.
La violencia y la evidencia material de la insania mental del presidente, es el espejo de una clase política responsable de la llegada al poder de un movimiento de desquiciados guiados por el saqueo, la inquisición al pueblo, el desarme de nuestro estado de derecho y la represión económica y física.
La picadora de ideología es notable; la vieja política es una guillotina que mutila toda acción combativa de unidad de acción, debate y organización de avanzadas políticas y gremiales que elevan la condición de resistencia proyectando atrevidas iniciativas en el difícil entramado del movimiento de los trabajadores y en el territorio social.
La galvanización del relato dominante es notable y arrastra a los supuestos medios audiovisuales autoproclamados democráticos; cualquier repaso por los medios online, las radios y redes pueden dar testimonio como se arrincona la realidad sangrienta. La novela de Wanda Nara, el pibe Colapinto, los chismes y puteríos ganan por goleada ante la necesidad de una profunda información y descripción del genocidio social y las causas de la deserción del principal movimiento opositor.
Negociaciones y negaciones abundan entre el oficialismo y referencias de la super estructura opositora; la cruzada por el poder, entre la vice pro- terrorismo de estado y el presidente. Mientras tanto el poder económico que gobierna se reparte los recursos estratégicos de la Nación, rápidos y eficaz reparten sus acciones y ganancias asegurando su impunidad jurídica.
La miseria arrasa mientras se enriquecen unos poquitos, el país se remata mientras se vende el país y la memoria arde en la hoguera que encienden las tribus de fachos acunados en años de ignorancia, sin pellejo de pensamiento crítico.
Gobernadores que entregan los recursos de sus provincias, prestan votos, traicionan y desarman cualquier unidad de oposición, (ver https://www.pagina12.com.ar/787294-milei-compro-con-transferencias-discrecionales-sus-victorias). Los servicios de inteligencia del gran capital mueven sus fichas y planifican nuevos escenarios; la cuestión es la hegemonía, acomodar los mandatos de recambio, no perder el saqueo conquistado y profundizar la parálisis de la inteligencia crítica y colectiva del movimiento opositor. Tienen con qué cortar la rebelión contra la derecha. La compraventa de cargos, y rupturas a la orden del día. Así, resulta que la experiencia más potente de la oposición en el gobierno de la Provincia de Buenos Aires sufre el fuego amigo tan potente como el ataque de las fuerzas del cielo.
Es cierto la desmovilización de parte importante de la oposición y del pueblo son alarmantes, como tantas veces en la historia nacional.
También es cierto que se alzan nuevas rebeldías y con complejos ejercicios de una unidad cruzada por generaciones se contactan con aquellos que no abandonaron la lucha y a veces tanteando y otras con una visión crítica buscan evolucionar de sus errores y triunfos. Por ahí, se motoriza el porvenir, por ahí, todo se conecta y crece.
La derecha mata, su relato juega a hacerle creer a los muertos que están vivos y lo mejor que puede pasarles es creerse que se parecen a su enterrador.
El sufrimiento aumenta, como el hambre, la desesperación y en muchos laberintos por donde ronda esa desgracia, nacen nuevas rebeldías, otros aprendizajes, y conducciones.
Todas las batallas políticas tienen un adn, un origen, y si reconocerlo, salir a buscarlo, educarnos en esa memoria no existe posibilidad de vencer tanto crimen y traición.