Vicente Zito Lema puso la escalera al cielo
Por Omar López
Domingo nocturno desatado de ángeles y de la sensatez de los locos desabrochando el cielo para recibirlo tras la formalidad de su muerte a los 83 años en su casa de Flores. Vicente Zito Lema viaja por los contrafilos de la memoria que resiste, por la dignidad que no renuncia a la lucha y espera su reescritura intensa, en este mundo donde los necios gobiernan en la oscuridad sepultando esperanzas de libertad.
“Quien conozca la historia de los manicomios; aquel que venza por un instante sus miedos primarios y se interne sin recelos en el camino tan alto y tan desierto que anticipa la muerte, podrá testimoniar la realidad: la institución que legaliza el saber médico de la locura y el privilegio del Estado de apartar y clausurar el Mal que se produce sin deseo, poco ha contribuido al desarrollo del conocimiento científico sobre los estados límites del hombre.” Es apenas un pasaje de la escritura de Vicente Zito Lema, a manera de prólogo: Radiografía del hospicio, de su libro Delirium Teatro. Obra que conservo y sigo explorando con el amor intacto desde su dedicatoria entrañable garabateada en tinta roja en aquel abril del 99.
Escribo gambeteando la emoción que zarandea mi corazón porque Vicente no fue mi amigo, mejor digo una huella, una señal que marca un camino donde el amor se bate a duelo eterno contra la injusticia. Vicente maestro, poeta, dramaturgo, periodista, abogado defensor de algunas de las víctimas de la Masacre de Trelew, fundador de la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo, integró la Comisión Argentina por los Derechos Humanos junto a su querido Julio Cortazar y David Viñas.
Vicente Zito Lema fue un maestro de la justicia y la palabra justa, la escrita con la precisión de la memoria y la rebeldía del amor sin límite.
Nos seguimos cruzamos en muchas entrevistas, para gráfica, radio y en particular para mi programa Mate amargo y el ciclo de Mateve (YouTube), Feos, sucios y malo.
En noviembre de 1988 editó para la revista Fin de Siglo, de la que era su director periodístico, junto con Eduardo Luis Duhalde y Carlos Aznarez. Fue una extensa crónica de un Viaje a la Pobreza en Catamarca. Sus concejos tan directos y sencillos, sin ceremonia, con mucho amor siempre fueron cargados en mi mochila.
Zito tenía un ángel que hacía posible el diálogo en sobre cualquier ripio no calculado.
Dramaturgo, abogado, periodista, poeta, docente, hincha de Racing y fundador de dos universidades populares: hombre de múltiples oficios terrestres, Zito Lema fue discípulo de Enrique Pichón-Rivière, creador de la psicología social e impulsor del psicoanálisis en América Latina, con quien armó la primera cátedra de estudio de los mecanismos de creación artística en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
Fue también artífice de revistas culturales como Liberación -donde colaboró junto a Julio Cortázar y Rodolfo Walsh-, Nuevo Hombre, y la mítica Crisis, en la que participó junto con Eduardo Galeano, Haroldo Conti y Federico Vogelius.
Las despedidas abundan y destaca su línea de acción en más de treinta obras, de teatro, poesía y psicoanálisis entre la ya mencionada Delirun Teatro, Lengua sucia, La pasión del piquetero, Los manifiestos de la locura, el desgarrador relato de Gurka y tantos textos con las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Vicente y Rodolfo Walsh, Vicente y el gringo Agustín Tosco, Vicente y Haroldo Conti, Vicente y Evita, Vicente y la masacre de Telew, titulada como Una ardiente memoria, uniendo las voces testimoniales de Cortazar, Bayer y Paco Urondo.
Queda mucho por decir, aunque hace falta agregar que tu palabra seguirá brotando entre tanto sueño y resistencia de justicia y libertad. Elijo una parte de la contratapa de su Delirium Teatro, la escritura de Norman Brisky que lo representa a Vicente, tanto, tanto; “Como búhos que protejen esmeraldas…Como Racing, sufrimiento prometeico que el Papa debería canonizar. Tres cosas hacen un Vicente de bordes…de acuñando causas…de muertes inmortales…de heridas coloradas…de ángeles loquitos con gomina…”
