Una Patria sin tristeza ni soledad
Por Omar López
“Me parece que siempre llegamos tarde a lo que amamos”, escribió Osvaldo Soriano*. Tema que nos ocupará toda nuestra vida. Prefiero la idea de llegar en horario a nuestro sueño, vestir bonito a la voluntad y subirnos al tren de nuestro destino, al viaje impredecible. Lo importante es no abandonar nunca a la voluntad. Con ella hacerse de coraje y tomar impulso hacia la idea que viaja por nuestra patria buscando justicia y libertad. El 25 de Mayo de 1810 algunas y otros llegaron a tiempo a esa estación donde la humanidad se reencontró con el mejor de los sentimientos; compartir el derecho a ser iguales, a repartir el pan, el trabajo, y sostenerse en la felicidad de la lucha que los hermana e incluye, sin someterse al egoísmo, a la mentira, a ninguna división que nos excluya del sagrado sentido de la libertad. La historia es un viaje por estaciones oscuras y otras luminosas, suben y bajan, héroes, mendigos, traidores, dictadores y valientes albañiles de la solidaridad. Esos seres luminosos que acuden a tu rescate igual que la sangre a la herida.
Hoy, con tanta muerte y mentira que flota en el aire, está bueno tratar de no ser impuntual y llegar a tiempo a esta historia presente, darnos cuenta que somos y podemos ser muchos más aún; ser ese Estado solidario que nos une en nuestra diversidad, y nos hace protagonistas del destino común, solidario y justo. Es un viaje zarandeado, con debilidades y fortalezas en disputa.
Esta vez, no lleguemos tarde a nuestro reencuentro, luchemos contra tantas miseria adquiridas, confiemos y como en esos días de sueños de libertad de 1810, seamos capaces de luchar por el poder que nos sostenga por encima de unos pocos que siempre son puntuales a la hora de conspirar, de secuestrar la razón y matar el sagrado derecho a ser libres y vivir sin someternos a su avaricia mesiánica que infectaron a la humanidad con su egoísmo criminal.
* Osvaldo Soriano, escritor, periodista, fiel compañero del viaje popular hacia la Patria postergada. Amante de los gatos y de la memoria que sacude las olas de la historia.
