No estamos aislados.
Por Omar López
Luchamos unidos en la necesidad de no contagiarnos, de preservar la vida y evitar que esta pandemia nos destruya.
La firmeza política del gobierno y el preciso plan de acción del Estado para una acción colectiva de toda la sociedad hace posible la posibilidad de producir un nuevo momento en la comprensión de tan grave circunstancia que involucra nuestro destino.
No estamos solos y crece la voluntad de construir una patria con el otro. Nada será sencillo, cuando se necesita alzar la economía para que el pueblo viva con dignidad y se recupere de sus pérdidas. Ahora el Estado no corre en protección de los poderosos.
Son complejos movimientos de determinación política, la prevención sanitaria, la reconstrucción económica que también se retrasará por esta pandemia. Son batallas que necesita no aislarse ante el enemigo principal; el egoísmo, ese virus mortal que recorre el mundo que muy pocos disfrutan subido sobre una montaña de esclavizados, pobres, hambrientos, ignorantes y enfermos.
No aislarse y romper el viejo contrato de creer a los encantadores de serpientes mediáticos que siempre mostraron al usurpador de nuestros bienes y derechos como el bueno de una película de terror. Cuidarse es producir lo nuestro, es el intento de producir una nueva solidaridad, plagada de diferencias e identidades que la sostienen. Pensar en cómo se moviliza la solidaridad en esta sociedad desigual que debe enfrentar al poderoso grupete de familias multimillonarias que pretenden mover la estructura económica a su antojo; imponer los precios de su codicia y manejar la timba del dólar. Cuidarse uniendo el deseo de sanar el cuerpo y también una lógica económica; que paguemos lo justo y que aquellos que ganaron todo hasta la eternidad cumplan con las leyes que fija el gobierno. No estamos solos si pensamos que desde que asumió el nuevo gobierno no se dejó de asistir a los más golpeados.
Este momento tal vez produzca otro nivel de comprensión de aquello denominado la realidad nacional. Una realidad que deberá tener muchos intérpretes democráticos, mediáticos, militantes, en todos los territorios por donde circula la heterogeneidad nacional.
Por último, la deuda es con el pueblo trabajador, sea pobre clase media o lo que te pinte imaginar. Los que trabajan y no especulan, aquellos que son parte de la rueda productiva, del consumo que mueve una economía. La deuda, una vez más será puesta a prueba en varias dimensiones del enfoque de una negociación política.
Las deudas en todos las naciones afectadas por la pandemia, la crisis global de un neoliberalismo que hace rato arrastra sus vísceras disecadas y se mantiene por la violencia, por la ignorancia sembrada en enormes maquinarias del engaño mediático y las oscuras operaciones de los grupos de tareas de las potencias y los laboratorios de sus mega empresas trasnacionales que son Estados en sí mismo. La crisis ya los infecto y siempre encontraran su cura, pero a diferencia de otro momento, es ahora donde se puede encontrar ventaja para detener el nivel de sometimiento, de su engañosa maquinaria cultural y poder ampliar la relación de fuerza para no ser arrastrados por su poder económico dominante, local y mundial.
No estamos solos, y aprendemos a resistir juntos en la pandemia del mercado global, por más zanja o grieta que se siembre entre justos y pecadores, estamos juntos, y nos necesitamos para romper el viejo régimen cultural. Es todo un desafío político y cultural pensar en rearmar otra visión de la solidaridad. Y sin comprensión con amor es insuficiente. En medio de tanta psicosis nos urge reencontrar las ideas de nuestros intereses como colectivo, entender que “estar juntos” es una construcción política y cultural, repitamos esto una vez más. Es bancar y discutir sin odio las diferencias, ideas, recuperar la IDEOLOGÍA, una idea, una lógica para un destino común, una dimensión de que el mundo es más ancho que nuestra mirada.
Hay un gobierno de todos, incluso de los que votaron a Macri que nos dejó endeudados y enfermos. De todos, ahora, ayudemos a que sea más nuestro que nunca, más nacional y popular y marchemos, con el pensamiento dentro de casa, y mañana por todas las calles de las necesidades de una Patria que nos pide a grito que volvamos a mirarnos, a escucharnos, a discutirnos pero sin perder de vista donde está el que nos roba la vida y la razón.
Hoy somos los restos que dejó el saqueo neoliberal de la peor versión de una derecha tan brutalmente ignorante como criminal. Somos esos pedacitos del gran latido nacional, los indigentes, los hambrientos, los pobres, endeudados y víctimas de la mayor fuga de dinero de la historia que pagamos todos. Y los desempleados, las pymes fantasmas, los fantasmas de una grieta que consolida la derecha económica y cuatrera.
Somos esos pedacitos que empiezan a unirse con una política de Estado que regresa para todos. Un gobierno que junta y amplía esos pedacitos, que lucha para que no mueran y adquieran la real dimensión humana; habitar con derechos y garantías la Patria donde la democracia nos pertenezca.