A quienes me enseñaron a no rendirse
Por Omar López
Cuarenta y cuatro años transcurridos del comienzo de un genocidio con treinta mil desaparecidos.
El golpe trajo la peste del terrorismo de Estado, civil, empresario, cultural, en gran parte con la asociación de la Iglesia, los grupos de ultraderecha heterogéneos y sueltos que aportaron su odio y la logística en las operaciones en barrios, fábricas clubes y sindicatos. La dictadura militar y con los girones de un ejército sanmartiniano vaciado durante décadas, desde aquel golpe del 30, después del bombardeo a Plaza de Mayo, el 16 de junio de 1955, con cadáveres de empleados, mujeres, niños, obreros, curas, viejos, militares, canillitas, maestros, choferes de ómnibus, barrenderos y todo lo que a esa hora transitaba vivo alrededor de la casa de gobierno donde estaba Perón. El 24 de marzo de 1976 alcanzaron su crimen superior que en el nombre del odio de clase y de la apropiación criminal del capitalismo, las fuerzas armadas respondieron al estado mayor de una clase dominante servil a los modelos económicos que necesitaban los imperios.
Fue un inicio sangriento que llevó a nuestro pueblo a los tiempos más oscuros de reinados de mataderos interminables. Tiempos comparados con la llegada de españoles a nuestro mundo y cultura matando, violando, clavando la espada y marcando con la cruz mientras se cargaron todo el oro y masacraron toda resistencia y cultura propia.
El Golpe del 76 fue mil veces más tenebroso. Creo manuales de tortura que incluso superaron en parte a los interrogatorios en los campos de concentración nazis. Chicas en tortura con ratas vivas en sus vaginas…lo más salvaje fue sutil y blando comparado con el plan del criminal Jorge Rafael Videla, que un año antes, en la dulce provincia de Tucumán anunció el plan de exterminio, tras lograr un tiempo antes y muerto el general Perón, imponer la idea de combatir a la guerrilla marxista, atea, anticapitalista, divisora de la familia, peligro a los bienes de la clase media de pobres y olvidados alzados a la mejor calidad de vida por el peronismo.
El golpe tuvo fue ejecutado cuando el peronismo dividió su visión política del destino nacional y popular, cuando Perón echo de la Plaza a los Montoneros, y la izquierda peronista y otras vertientes revolucionarias querían radical el gobierno y la lucha antimperialista, por una patria socialista. Muchos matices, tantos rencores y la salida de los montos dejando una Plaza vacía que abrió el frio negro de la historia más horrenda de nosotros.
Hubo muchos factores; la vieja guardia cultural y política de los pragmáticos partidos principales del país. Radicales, Peronistas y los repartos de una izquierda que convivía con valientes militantes y temerarios antiperonistas, y peor, operadores de los servicios de inteligencia como lo fueron los hermanos Spagnolo en la cúpula del comunismo nacional. Miserias en el reparto de la historia.
Hubo un no hacer para imaginar la supervivencia de la democracia argentina. Un precario y poco revolucionario poder de imaginar cómo elevar la categoría democrática, ir más alto, volar con las ideas echando raíz, con los vientos de las revoluciones.
El golpe fue tallado por los poderosos capitalistas al servicio de la extranjería, vinieron a cortar el avance de una revolución y usaron de pretexto una guerrilla que se mostró en acciones discutibles, heroicas, y que estaba lejos de un estado popular, sin el pueblo concientizado, unido, organizado y armado. Hubo traiciones y un aparato mediático sin precedente en la historia de sembrar terror, mentira, enhebrar engaño para disfrazar el más grande arrebato de riqueza de la historia presente. Grupos de tareas de poderosas corporaciones, embajadas, la vieja oligarquía que creara las brigadas para matar obrero como sucedió en la semana Trágica. Fueron el comando mayor que puso en marcha el más grande acto der subversión económica. Pusieron en el Ministerio de Economía a un hijo de los oligarcas creadores de ese teatro ranchero de que son la Patria, los ganaderos, la mafia de ricachones creadora de la sociedad Rural que el abuelo de Martínez de Hoz ordenaba salir a matar colonos, indios y cuanto tipo le molestaba para apropiarse de las tierras que aún conservan indebidamente. Ese flacucho, orejodo hizo que llegaran los primeros chicago boys a la economía. Fue el estribo del neoliberalismo que la prensa ya adoraba explicando por qué era mejor fabricar caramelos en lugar de acero.
La sociedad argentina, dominada por el terror, violada por mentiras apiladas a lo largo de su vida, envuelta en valores falsos y predispuesta a pensarse a sí misma como el rico. Fue la misma que vió arrancar a bebes de los brazos de su madre, vecina y balbuceaban por algo será…será que nunca pudimos discutir ese enorme trago de ignorancia y cobardía. Ahí hay un virus que siguió creciendo y matando el sagrado acto de la solidaridad, de exigir justicia primero, condena después.
La muerte era la vida, los campos de concentración no existían y si alguna sospecha flotaba por ahí era espacios para reformar díscolos.
Los vuelos de la muerte en las madrugadas, las mujeres, los hombres, y los niños llevados por las dudas del odio, como el pibito de secundaria, el Negrito Avellaneda. Lo empalaron, pusieron cemento en sus piernas y así lo tiraron al río de La Plata. Vuelo de la muerte, apropiación de recién nacidos en los pozos oscuros como La Perla, Campo de Mayo, Automotores Orletti…interminable.
El capitalismo inició un giro nunca visto, el terrorismo económico, el endeudamiento externo, el crimen diario, la extirpación de las ideas que recorrían la vida diaria argentina con aires de liberación y socialismo. Los medios grandes como La Nación, Clarín entre otros fueron asociados para controlar la comunicación, la censura, y el papel.
Hubo circuito cerrado de radios, tv, revistas, diarios. El diario La Opinión fue intervenido, su creador, Jacobo Timerman fue cruelmente torturado. La vida, y la derecha heredera de este fascismo enmascarado deja morir por odio a su hijo, canciller del gobierno popular de Cristina Kirchner.
La historia es larga, y hay que revisarla y plagada de secuestros, de mentiras, hay cuerpos muertos, palabras desaparecidas, hijos que aún no saben que sus padres biológicos están desaparecidos. El terrorismo invadió los sindicatos, usó a lo peor del gremialismo, un tal Luis Barrionuevo llegó a ser brazo servil del intervencionismo militar en los gremios. Los delegados, las luchadoras obreras, secuestradas o asesinadas en la planta industrial. Se comprobó la participación de las cúpulas empresarias de Ford, Mercedes y muchas firmas otras extranjeras.
La derecha económica, las organizaciones del gran capital financiero internacional, nunca se replegaron y mutaron en sus formas de dominio al ritmo del crecimiento y decadencia del capitalismo usurero, de sus invasiones para apropiarse de los recursos naturales estratégicos.
Tienen la capacidad de ocultar sus intereses manejando las industrias culturales, actualizando su sociedad de dominio expoliador planetario. En nuestro país antes que lleguen los militares a matar, el modelo de transferencia de riqueza, el golpe de estado económico se hizo desde los restos que quedaban de un estado popular, peronista y democrático con el Rodrigazo. El endeudamiento fue el artífice de una forma de sometimiento, tan cruel y mortal como el teatro de operaciones de desaparición de las militancias populares como el Plan de extinción de vidas denominado Plan Condor en el cono sur.
Rendir la memoria y continuar la lucha por recuperar el Derecho de nuestro estado nacional, popular y sudamericano. Es seguir mamando de sabiduría y coraje de nuestras Madres y Abuelas, de aquellos militantes dignos, incansables que nos precedieron, de todos los que nunca se callaron y dominando el terror tuvieron el coraje de escribir la verdad, advertir y defender a la juventud y los obreros en lucha. Homenaje a tantos sin nombre, a los Rodolfo Walsh, Haroldo Conti, Paco Urondo, Osvaldo Bayer, a tantas, a nuestras y queridos más de cien periodistas detenidos, desaparecidos, a los que tuvieron la capacidad de luchar, sobreviviendo sin rendirse jamás.
Soy uno más de tantas gotas de ese mar incansable de la lucha por la libertad. Tengo sobre la piel de mi memoria muchos dolores incrustados, muchas lecciones de lucha y dignidad. Conozco la muerte y sus máscaras. Tengo cerca la sangre y los sueños pendientes. Soy heredero de una generación de la resistencia cultural, de la autodefensa popular. Hemos aprendido que la memoria no es una piedra quieta, hay un ejercicio que la transforma en viento, el volver a pensarnos, el instalarse en el ahora, el medir tiempo pasado, composición presente, error y reinterpretación de los intereses en disputa. He vivido los días de lucha para salvar la democracia desgarrada a sangre, muerte, hambre y olvido, he visto la lucha unida de la militancia peronista, socialistas, comunistas, de los obreros incansables y bañados en dignidad eterna como Avelino Fernández, de los telefónicos que enfrentaron la privatización ordenada al menemismo (vía María Julia Alsogaray) para matar un nervio estratégico de la independencia nacional. He visto y conviví con sus enormes resistencias, en los sótanos de los depósitos portuarios donde los obreros estibadores enfrentaba a los comandos anticomunistas, antiperonistas, antipatriotas. El sido testigo del desmantelamiento de las gruas del puerto para traer las privatizaciones, la tecnología y el negocio hegemónico portuaruo de los socios del genocida almirante Massera. Los recuerdos no se detienen, las calles negras, el arma de los milicos apuntando a mi cabeza en la esquina de Avenida La Plata y Asamblea con aquel viejo Citroen cargados de diarios clandestinos. Aún me despiertan las últimas palabras de los que ya no están en cuerpo, aunque sí, en estas palabras, en todos los esfuerzos diarios por ser digno a la libertad, al derecho a la felicidad, a tener la tierra prometida con el humo de las chimeneas, con la abundante comida familiar, las escuelas felices, la juventud ocupada en soñar, creer y soñar. Hoy nos cubre otra muerte y es maldita heredera de los asaltantes de la humanidad, roba vida, esperanza, es terror. Por tanta lucha y sin dejar huérfana a la voluntad de luchar, recuperamos el gobierno y ahora, vamos por aquel estado nacional, popular, con los derechos para todos y todas, con la ley sin mercenarios repartiendo la riqueza, buscando construir la unidad en las diferencias pero, sobre todo, un pensamiento nacional interesado por el destino colectivo, un ejercicio en debate necesario para que Nunca Más nos arrasen, Nunca Más al terrorismo económico, al por algo será, Nunca Más a los medios hegemónicos. Nuca Más al miedo a pensar, a los mediocres que se atrincheran en sus viejos esquemas de construcción de poder y terminan matando el avance de las ideas, del ejercicio colectivo, de la participación democrática. Aún convivimos con el terrorismo de Estado, con las clases dominantes que mucho saben de matar ideas, nuestra economía y nuestros cuerpos.
Falta mucho, pero hay que crecer, despejar la ignorancia y abrir el sol de los interrogantes compartidos, discutidos sin pudor, hay que hacer el amor a la libertad, sembrar los vientos y dejar que la mentira y los usureros de la historia se fusilen de tristeza en un rincón.