Lula triunfante y todos los desafíos
Por Omar López
El épico triunfo de Lula inicia el desafío de una inédita construcción política en Brasil y tiene un potente alcance regional. El 50,9 por ciento de los votos, 60.345.999 votos contra 49,1 por ciento de Bolsonaro, equivalente a 58.206,354 sufragios abre una compleja y sin duda áspera relación política con una oposición no que no es homogénea, aunque con el peso adquirido por Jair Bolsonaro que contiene una mayoría parlamentaria. El veloz tiempo político dirá cuánta capacidad política y sustento popular conservará Bolsonaro. La relación entre los filos y contrafilos mostrará los límites y capacidades de cada parte en la interacción de sus alianzas en la valoración de la aplicación política.
Lula asumirá en enero de 2023 y habrá que ver la forma que le dará la ultraderecha a las operaciones de inteligencia durante el trance hasta la sucesión.
La sociedad brasilera esta fracturada y nada parece definitivo. Cómo recuperará Lula el diálogo y los contratos sociales con su ancha base que en sus grandes bastione obreros y populares dio el voto a la ultraderecha bolsonarista. Se trata de una compleja reconquista política del diálogo con la sociedad, batalla de la gobernación, de las ideas y de una comunicación con la virtud de explicarse y anticipar la poderosa maquinaria de la mentira.
Habrá un desafío en crecer en poder para la gobernabilidad, asumiendo que la coalición formada por el PT tiene un punto de equilibrio en el centro derecha.
Nada fácil ante una ultraderecha de potentes como impunes acciones fascistas que arrebató a Lula territorios y votos históricos como en São Paulo donde el candidato del partido Republicanos, Tarcísio Gomes de Freitas, en alianza con Bolsonaro derrotó a Fernando Haddad, el cuadro político de preferencia de Lula, por 55,27 por ciento a 44,73 por ciento de los votos. Lula entiende que hay una asignatura pendiente que es urgente revertir; perdió un bastión tras 30 años de liderazgo.
Mientras Bolsonaro no reconoció la derrota y mantiene silencio hasta el momento de cerrar esta nota, la Coalición Brasil de la Esperanza con Lula de candidato presidencial ya trabaja y la puesta en marcha de u plan de gobierno, de un gabinete de rápida acción y equilibrio de la alianza. Tras los festejos ya se escuchan ideas eje como la recuperación del Banco Central supra regional, la moneda regional, y la presencia de Brasil en los mercados globales. Son títulos que se cruzarán con la táctica y lo estratégico en un nuevo mapa geopolítico con las derechas en versiones brutales y una crisis global que está lejos de su retirada.
Las líneas de acción del nuevo gobierno de Lula tendrán el equilibrio como eje y abarca el desafío de comprender el nuevo escenario amenazante y destituyente en el Parlamento, y la disputa con el poder económico real que en esta última etapa sostuvo su interés por Lula y desplazar a Bolsonaro.
En ese aspecto no se juega ignorando el comportamiento de las derechas dominantes y la influencia de las potencias en la región dispuesta a no perder su significante intromisión en los recursos naturales.
La épica reconquista de Lula a la presidencia merece toda una lectura y su proceso de resignificación. Sin embargo, muchas veces Lula sostuvo lo que le enseñó toda la persecución vivida, incluidos los errores políticos. La sucesión de las referencias democráticas, de las militancias de base y las cualidades de debatir lo cierto, lo real y concreto frente a la ficción propuesta por una derecha que gobernó sobre la mentira, el odio y la matanza de las identidades. En ese ramal de los cuadros y la idea de sucesión se impone adentrarse en las tribus juveniles, en sus avances y retrocesos sobre sus modos de relación con la realidad, sus dinámicas identidades, su soporte simbólico y el poder de las redes en una comunicación en crisis para expresarse creativamente y en nuevos formatos que soporten la realidad cincelada por el ultra neoliberalismo que metamorfoseo sus rutinas, sus sentidos y su representación identitaria.
Lula llama a la construcción de una Patria unida, tolerante, pacífica y sin odio, y esa discusión nacional pide la claridad conceptual política, el esmero de actualizar las nuevas categorías que se cruzan en la disputa entre civilización y barbarie. Las experiencias de la juventud en los subterráneos de Brasil sumergido por la pobreza, la indigencia y la ignorancia, el Brasil de las juventudes en la escuela secundaria, sus tramas comunicacionales, esa juventud universitaria y la otra campesina y gremial, y los emprendedores con algunos años más, y los cooperativismos en su variable dimensional.
Ni que hablar de los servicios de inteligencia, de las Fueras Armadas y las fuerzas de seguridad, las privadas, las empresarias, las vinculadas a operaciones de la comunicación hegemónica. Es otro Brasil, otro continente, un mundo diferente con una derecha criminal y cínica sin límite que el pueblo puso ahora con Bolsonaro a la cabeza en el podio de una endiablada oposición golpista.
Lula, su coalición abierta, y la mitad del pueblo brasilero inician una potente esperanza en el continente, que en el Frente de Todos se debate, sobre todo cómo vivir y producir políticamente el año que resta. Brasil no traslada triunfos, ofrece experiencias para repensar.
No se trata del centro o la izquierda donde cada quien sostiene un certificado de identidad. Se trata de componer un equilibrio de poder que sea comprendido para gobernar y modificar las fuerzas reales que intervienen en la mente ciudadana entre ficción democrática y la feroz realidad del sometimiento del poder económico.