Libertad a Julian Assange, «inmediatamente y sin condiciones»
Su condena impuesta por Estados Unidos criminaliza la actividad del periodismo en su esencia.
La Federación Internacional de Periodistas (FIP), exigieron a las autoridades británicas la inmediata liberación del fundador de Wikileaks, Julian Assange, tras la decisión del gobierno británico, la semana pasada, de firmar su extradición a Estados Unidos.
Tras una larga batalla legal, el Gobierno británico confirmó el 17 de junio su extradición a Estados Unidos, país que lo acusa de espionaje en virtud de una ley votada en 1917 para impedir la divulgación de informaciones confidenciales en tiempo de guerra.
El urgente reclamo del presidente de la FIP, Dominique Pradalié, cuya Federación representa a 600.000 profesionales de medios de comunicación de más de 180 sindicatos y federaciones de 140 países, sostuvo «que Julian Assange sea liberado, rehabilitado (y) entregado a su familia, que pueda al fin vivir normalmente».
«Esto sienta un precedente muy peligroso para la libertad de prensa», agregó Mika Beuster, copresidente de la Asociación de Periodistas Alemanes, que cuenta con 30.000 miembros.
“Al extraditar a Assange, estamos tomando como rehén a la democracia”, proclamó, por su parte, Pierre Ruetschi, director del Club de la Prensa suizo.
Por su parte, el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba) -que es parte de la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (Fatpren), que a su vez integra la Federación Internacional de Periodistas- repudió «la decisión de las autoridades británicas de extraditar a Julian Assange» y exigieron que liberen al periodista. Junto a dicho reclamo se movilizan miles de comunicadores, intelectuales, trabajadores de prensa de Argentina y todo el continente, ante el fusilamiento de la libertad de prensa, desde hace tiempo vigilada por la concentración mediática de los medios dominantes, hegemónicos que responden a la derecha mundial.
En mayo pasado, promovieron una carta abierta a las autoridades británicas para pedir que rechacen la extradición del periodista Julian Assange y lo liberen que contó con la firma de Nora Cortiñas y Taty Almeida y más de mil referentes del ámbito de los derechos humanos, la comunicación, el movimiento sindical y la cultura.
La presión por su libertad aumenta junto con la manifestación de repudio y el reclamo de personalidades de todo el mundo. Horas atrás, el presidente de México, López Obrador anunció que le pedirá al presidente Biden que revise el caso Assange.
Asimismo, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner sostuvo que la extradición de Assange «marca un precedente alarmante» para los periodistas.
El enjuiciamiento de Assange sienta un precedente peligroso que podría aplicarse a cualquier medio de comunicación que publicara historias basadas en información filtrada, o incluso a cualquier periodista, editor o fuente en cualquier parte del mundo», señalaron en la misiva.
El fundador de WikiLeaks fue detenido por la policía británica en 2019, tras refugiarse durante siete años en la embajada de Ecuador en Londres.
Assange, de 50 años, es reclamado por la Justicia estadounidense por la publicación de más de 700.000 documentos clasificados sobre las actividades militares y diplomáticas de Estados Unidos, especialmente en Irak y Afganistán, desde 2010. Se enfrenta a 175 años de prisión.
Entre esos documentos figuraba un video que mostraba a civiles, incluidos dos periodistas de la agencia Reuters, que murieron por disparos de un helicóptero de combate estadounidense en Irak en julio de 2007.
El juez Baltazar Garzón recuerda en diferentes publicaciones periodísticas que
«Hace ahora diez años, el 19 de junio de 2012, que Julian Assange se refugió en la embajada de Ecuador en Londres, donde permanecería hasta el 11 de abril de 2019. Recuerdo que cuando me hice cargo de la coordinación de su defensa, un mes después, pensé que todos estábamos afectados por la lucha que Assange había emprendido desde que en 2010 se publicaran, en los principales periódicos del mundo, tremendas y terribles informaciones que desvelaban la crueldad del ejército norteamericano y de las autoridades que dirigían la guerra en Afganistán e Irak».
Garzón sostiene que la decisión política acordada con Estados Unidos y Gran Bretaña pone en foco a la ministra del Interior británica, Priti Patel, acordando la entrega de Julian Assange. La maniobra supera lo imaginable en materia de libertad de expresión. La industria de las noticias falsas, impulsadas por las potencias y sus redes de poderosos sistemas económicos para perseguir a quienes están dispuestos a enfrentar su mentira. A este grave escenario hay que agregar las dificultades que arrastran las organizaciones de periodistas en el mundo, su compleja lucha por la defensa de la autonomía en su libertad de expresión, de conciencia y el poder de ordenar la mentira por sobre la verdad en el nombre de la libertad de empresa. No es un tema sencillo, y atraviesa las complejas batallas culturales que abarcan a la comunicación democrática en el mundo.
Para Garzón, «la ministra del Interior, Patel, sí que tenía argumentos humanitarios y de salud para haber bloqueado la extradición. Ya en la primera instancia, ante la jueza de distrito, Vanessa Baraitser, se vertieron informes médicos que acreditaban, y así lo afirmaban, que la situación de salud psíquica y mental de Julian Assange era tan débil que podría morir en prisión. Es más, el Relator de la ONU contra la Tortura le visitó en su lugar de reclusión, la prisión de alta seguridad de Belmarch, y también concluyó que la situación de salud tan deteriorada hacia muy creíble la posibilidad de que en una prisión norteamericana pudiera morir. Sin embargo, el gobierno de Boris Johnson, a través de Patel no ha mostrado ninguna condescendencia por el estado de salud del periodista, como en su día hiciera Straw a favor del ex dictador chileno».