LA VEJEZ SE VE DE OTRA MANERA Y ES ALGO DIFERENTE. VIEJO O ANCIANO, NO SIGNIFICA MENOS NI PEOR.
Dr. Elio A. Prieto González
Medico Genetista
Profesor Universitario
Es notable como se han corrido los límites de la vejez desde la percepción individual, así como desde las diversas imágenes que sobre lo que significa ser viejos coexisten en la sociedad y como se refleja esto en los conceptos que son difundidos por los formadores de opinión, que actúan desde plataformas tan diversas como las que aportan las redes sociales y los medios de difusión masiva. Esto significa que no existe un grupo o segmento social que no esté expuesto a esos cambios en la percepción de lo que significa hoy ser viejo o de la tercera edad, un eufemismo que es por otra parte, aplicado selectivamente en relación no solo con la edad sino con el género, el patrimonio y el lugar que ocupe en la sociedad aquel a quien se califica. Pensemos por un momento si Harrison Ford o Mick Jagger son considerados como sujetos dentro de la Tercera Edad al igual que a ese anciano, mucho más joven que estos artistas, al que vemos subiendo con agilidad al colectivo.
Consideremos varios factores que han favorecido estos cambios en la manera en que se refleja en el público aquello que se puede considerar la madurez y la vejez
Creo que uno de los primeros es el paulatino incremento de la esperanza de vida que en algunos segmentos sociales esta asociado a una mejora de su calidad. Es decir, además del aumento de la esperanza de vida al nacer o cuantos años se espera que viva un hombre o una mujer en relación al momento y el lugar en que se nace (las mujeres exceden casi siempre a los hombres). Pues es cada vez más común que las actividades sociales, el aspecto físico, la vida de relación y la práctica de deportes pueda prolongarse más en el tiempo, acompañando ese extra de años por vivir que ahora muchos pueden disfrutar.
La medicina en general y sus derivaciones específicas como la Medicina Traslacional y la de la Longevidad, y tanto como lo relacionado al estilo de vida, (higiene, nutrición, actividad física, vacunación entre otras) han llevado a un aumento significativo en los años que alguien nacido hace setenta años, puede vivir. Esto se refleja en la forma en que se concibe y se interpreta en que consiste y a quien se identifica dentro de las etapas vitales de la madurez y la vejez.
Si reflexionamos brevemente sobre lo dicho en el párrafo anterior llegamos a la conclusión de que se está produciendo una redefinición de la vejez. Es decir que un número creciente de personas en diversas sociedades no entienden a la vejez como una fase caracterizada por la declinación y la dependencia. En su lugar, se ve como una etapa de la vida en la que se puede disfrutar de la libertad, la flexibilidad y la experiencia. Lo que no significa negar los aspectos de la vejez en los que el desgaste, la senescencia de tejidos y órganos, están presentes y afectan el desenvolvimiento del viejo. La idea no es negar la declinación, sino enlentecerla, lo que debe unirse en un esfuerzo convergente para favorecer las condiciones para disminuir las desventajas que enfrentan las personas maduras y ancianas, tanto como potenciar aquellas actividades que les permitan vivir con la plenitud posible en cada caso. Porque una idea que merece destacarse es que el envejecimiento es heterogéneo y muy, muy personal.
Una faceta a destacar, que debe aceptarse por la fuerza de las evidencias científicas y las de la vida social, apunta a que no son los más jóvenes los que deben definir aquello que signifique la felicidad del viejo. La idea de tal felicidad y plenitud no se debe imponer desde la ventaja de algunos años menos, es algo que se enraiza en el principio de Bioetica llamado de Autonomía, que merece respetarse en el anciano en tanto que persona consciente y capaz de definir sus objetivos y de vivir tal y como lo conside, sin dañarse a sí mismo ni a los demás.
La sociedad debe favorecer el acceso a las condiciones en las que se `pueda manifestar, en la medida de lo posible y de acuerdo a las metas propias de los interesados, en que consiste la búsqueda de la felicidad. No es nuestra tarea decidir qué es aquello que deben hacer los viejos para cumplir con un modelo obsoleto y prejuicioso, de cuáles son las opciones, las tareas, los propósitos o los placeres de la Tercera Edad o la Cuarta.
En este caso más que en otros se hace evidente que la capacidad intelectual y física, es la base de la autonomía y de la independencia. Lo demás corre por cuenta de los interesados. Esa es la visión que se abre paso con dificultad en la sociedad armada de estereotipos que están siendo desafiados por los cambios en la vida social de los viejos.
Desde que los baby boomers alcanzaron la vejez se ha visto una mayor participación en la sociedad de los viejos o de la Tercera Edad. En muchos casos estas valiosas personas se dedican a la actividad política, ocupan puestos gerenciales de alto nivel, son consejeros, mentores, ejercen el voluntariado, participan en el desarrollo de la educación y la investigación científica, como profesores titulares, cuando no consultantes, en diferentes áreas y son cada vez más los que se han convertido en divulgadores en plataformas como YouTube, con lo que muestran una ductilidad tremenda para adaptarse a las nuevas tecnologías, produciendo contenidos que son consumidos en un amplio arco de edades quizás por el contraste llamativo entre la imagen del comunicador y el medio en el que se manifiesta.
Por otra parte, aún con grandes variaciones de acuerdo a los países y las sociedades los viejos están teniendo un impacto significativo en la economía, ya que son una parte no desdeñable del mercado de consumo. Hay ciudades cuyo bienestar depende de la afluencia masiva de personas retiradas de la vida laboral pautada, de pensionados, de jubilados, que representan una proporción significativa del público consumidor. Es notorio que en muchos destinos turísticos, las personas en sus sesentas y setentas constituyen la fuerza principal que hace avanzar la industria del ocio. Esto ha llevado a ofrecer oportunidades para las empresas que explotan el nicho de mercado al adaptarse a las necesidades y preferencias de este grupo demográfico.
En resumen, la percepción de la madurez y la vejez ha cambiado significativamente en las últimas décadas. Los viejos están participando más activamente en la sociedad y en las situaciones en las que la política previsional lo hace posible tienen un mayor poder adquisitivo. Pero y es muy importante, los viejos cada vez más se parecen menos a lo que consideramos un viejo. Sus facciones se muestran bajo otra luz y las demandas que hacen de una u otra forma son diferentes a las que imaginamos. Es imperativo entenderlo antes de que nosotros (ustedes) lo entiendan desde su propia vejez, que puede ser una etapa también llena de esa sensación de felicidad que muchas veces olvidamos sentir. Plena de belleza, de aprendizaje y por supuesto de planes para el futuro.