El Cordobazo

Hace 54 años se produjo una unidad en la diversidad superior entre el movimiento obrero, con sus diferentes identidades y programas y el movimiento estudiantil de Córdoba. Fué una síntesis superior de la combatividad frente al poder económico y sus brigadas colaboracionistas del sindicalismo, el empresariado, las trasnacionales, una derecha ultra liberal que rodeaba al general Onganía, que derrocaba con el golpe militar al gobierno constitucional de Arturo Illia. El Cordobazo fue el principio del final de la dictadura militar.

El 29 de mayo de 1969 en Córdoba ardía la rebelión de obreros y estudiantes contra la dictadura facha encabezada por el general Juan Carlos Onganía quien el 28 de junio del 1966 había encabezado el golpe de estado contra el gobierno democrático del radical Arturo Illia. Un golpe impulsado por la derecha oligárquica, los poderosos grupos económicos locales, la Sociedad Rural y las trasnacionales, afectados en sus intereses por el gobierno de Illia.

Las dos CGT nacionales decidieron una huelga general para el 30 de Mayo, porque Onganía se negaba a restablecer la negociación colectiva y la actualización salarial, suspendidas en el ´67. En Córdoba lo adelantaron un día y adoptaron la modalidad propuesta por Agustín Tosco del Sindicato de Luz y Fuerza, que implicaba el abandono de los lugares de trabajo desde las 10 hs hasta el día siguiente -es decir por 36 hs, en lugar de 24- y la movilización hasta un acto en el local de la CGT.

Era un tiempo de confrontación entre dos propuestas políticas y sindical. Con el peronismo proscripto, el colaboracionismo de la burocracia gremial con la dictadura y la CGT de los Argentinos con el gráfico Raimundo Ongaro y el dirigente de Luz y Fuerza de Córdoba, Agustín Tosco, entonces se luchaba por una unidad política desde el movimiento antiburocrático del sindicalismo, “por una unidad política y sindical, por una patria justa, libre, soberana y por una patria socialista.

La investigadora del Conicet, Monica Gordillo realizó un trabajo en el cual analizaba el “Cordobazo: rebelión popular e insurrección urbana”.

La convergencia con la cuestión estudiantil, – destaca Gordillo como uno de los factores determinantes: “Este sector venía movilizándose para reclamar frente a las intervenciones en las Universidades. Los estudiantes de Corrientes habían sido reprimidos luego de una protesta que culminó con la muerte de uno de ellos y esto a su vez produjo una serie de marchas del silencio que causaron dos muertes más en Rosario. Este antecedente posibilita la concreción de otra iniciativa de Agustín Tosco, la convergencia de un reclamo obrero-estudiantil”.

Repasemos aquella síntesis de Gordillo.

¿Qué ocurrió, entonces, ese 29 de mayo?

Las columnas que marchaban pacíficamente fueron detenidas en puntos estratégicos, por parte de la policía provincial y federal que comienzan a atacarlos para evitar que lleguen al centro. Esto desembocó en una generalización de la protesta en lo que junto a Brennan denominamos en nuestro libro Córdoba Rebelde como rebelión popular e insurrección urbana.

¿Qué llevó a esta generalización?

La marcha representaba un rechazo al régimen y a la sensación de injusticia generalizada que afectaba a diversos sectores sociales. Esto despertaba adhesión porque había un fuerte repudio a las muertes estudiantiles y a la permanencia de la dictadura en el poder -que no presentaba plazos de restitución democrática ni medios para canalizar las protestas-. La proscripción del peronismo aumentaba el malestar y desde el radicalismo no se miraba con buenos ojos a quienes habían derrocado a Illia.

¿Por qué dicen que fue una rebelión popular?

Las columnas que son interceptadas se desbordan por los barrios para llegar al centro. Allí reciben el apoyo de los vecinos, a través de la protección de los manifestantes, armando barricadas para que la policía montada no pueda ingresar e incluso se sumaron a la acción.

¿Y a qué se refieren con que fue una insurrección urbana?

Esto tiene que ver con que se abandonó el objetivo inicial de marchar y concentrarse en el centro, y la manifestación pasó, en cambio, a ocupar los distintos barrios de la ciudad, principalmente los estudiantiles, pero también obreros como Alta Córdoba -cerca de los talleres- o Ferreyra -en zona de fábricas-.

¿Qué ocurrió cuando la movilización se generalizó y se expandió por toda la ciudad?

La policía se vio desbordada y se replegó en la central. Aquí se da otro rasgo distintivo del Cordobazo, que es una violencia que se manifiesta en la destrucción de símbolos que representan el poder político o económico al que repudiaban. Destruyen grandes concesionarias de autos –la automotriz era una de las principales industrias en Córdoba-, el Casino de suboficiales o el Círculo de oficiales –que representaban al poder militar-. Es decir, tiene un fuerte contenido político, en contraste con otras formas de violencia que se vieron en otros momentos de la historia.

¿Por qué una movilización pacífica se volcó hacia la violencia?

Fue una respuesta a la represión. Un hecho definitorio fue el asesinato de Máximo Mena, del SMATA. Cuando esta columna intenta ingresar al centro es interceptada por la policía con balas de plomo, en lugar de goma. Es significativa la imagen que me contó un trabajador de Renault que marchaba con él: venía con mandarinas en las manos y se las arrojaba a la policía. Pero al ver a Máximo caído, dejó las mandarinas y empezó a tirar piedras y pavimento.

¿Qué ocurrió después del acuartelamiento de la policía?

Para ese entonces, si bien no hay cifras oficiales, había cerca de quince muertos y la ciudad estaba en manos de la gente. El gobernador pidió la intervención del ejército y declaró estado de sitio. La ciudad se vació y la resistencia se concentró principalmente en el Barrio de Clínicas. El sindicato Luz y Fuerza decidió un corte de luz en ese sector para dificultar el ingreso del ejército y aparecieron algunos francotiradores. Se produjeron enfrentamientos y finalmente el ejército redujo la resistencia. Tampoco se informó la cantidad de detenidos, pero hubo muchos, entre ellos dirigentes sindicales, como Agustín Tosco y Elpidio Torres, entre otros.

¿Por qué en Córdoba?

Las particularidades iniciales respondían a reivindicaciones locales, como el rechazo a la derogación por parte de Onganía de la ley provincial de Sábado Inglés -que establecía que este día se trabajaba media jornada pero se cobraba completa-. Esto significó un gran malestar, asambleas e incluso episodios de represión policial. Además el gobernador de Córdoba era Carlos José Caballero que tenía un perfil muy conservador, en oposición a las pretensiones de la izquierda cordobesa. Además durante toda la década tanto estudiantes como obreros –con sindicatos de tradición muy combativa y autonomía frente a sus centrales- se fueron organizando y constituyendo en canales de protesta.

¿Qué vino después?

La acción directa mostró ser exitosa: renunció Caballero y se reabrieron las negociaciones colectivas. Se inauguró un ciclo de protestas en ascenso y comenzó a resquebrajarse la imagen de unidad y orden que mostraba el régimen. También tuvo lugar una crisis de las autoridades en diversos ámbitos, como por ejemplo en las conducciones sindicales.

Pero Onganía no renunció…

No inmediatamente. Sin embargo para el primer aniversario del Cordobazo Montoneros hace su primera aparición con el secuestro y posterior ejecución de Aramburu. Esto culmina con la renuncia de Onganía. Finalmente este ciclo de protesta obrera y la acción de las organizaciones armadas confluyen y llevan a restituir la democracia y levantar la proscripción del peronismo.

¿Qué queda hoy del Cordobazo?

Queda una historia de desarticulación del Estado, los colectivos de identificación y los vínculos de solidaridad; así como el triunfo del consumismo –que son problemas mundiales-. Pero desde el punto de vista positivo, queda la tradición de la movilización contra cuestiones que trascienden lo individual y el Cordobazo como símbolo disponible para ser recuperado como advertencia de lo que la movilización popular frente a la injusticia puede lograr.

Mónica Gordillo es historiadora e investigadora independiente del CONICET. Importante referente en el estudio de la historia social contemporánea Argentina y realizó sus estudios de grado y posgrado en la Universidad Nacional de Córdoba. Entre sus múltiples libros se destaca “Córdoba rebelde: el cordobazo, el clasismo y la movilización social”, escrito en colaboración con James Brennan, donde desarrollan algunas hipótesis en torno este hecho histórico. En la actualidad desempeña sus actividades científicas en el Instituto de Humanidades (IDH, CONICET-UNC) y es docente en la Escuela de Historia de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba.

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