Garganta política de la muerte
Por Omar López
Llovizna y viento cruza los cuerpos desabrigados en la puerta del supermercadito de El Cholo, en Arturo Seguí. El cartel a birome avisa que “sale uno, entra uno”. En la fila de ingreso hay variedad de uso del barbijo; unos debajo de la nariz, otros como collar, y de diez solo dos con la nariz y boca cubiertos. Entran y salen sin tocar ninguno de los alcoholes en gel repartidos entre el ingreso, las cajas y mostradores. En la vereda la distancia se estira y se encoje, saludos, toques, pasa un chiquilín juntando cartón con barbijo negro bien puesto. Un morocho algo mayor lleva de la mano a una niña de cuatro años arrastrando mocos y le grita al pibe del cartón, “cagón, sácate te ese trapo de la boca”. Adentro, hay cola en las cajas; un jubilado le pide distancia a una vecina cincuentona, y lo mandan a la mierda. Unas cotorrean por lo bajo, rostros risueños, otros de temor. La muerte está en el aire y reparte sentidos y destinos, aunque muchos no lo sepan. La segunda ola llega con más de 5 millones de almas vacunadas; el virus se transforma en un pulpo con cepas que contagian más rápido y mortal. El otro virus que quita el anticuerpo de la inteligencia social es la comunicación fascismo. Este sábado 11 de abril el diario más cómplice de todos los actos criminales del poder económico en la argentina, titula: “Kicillof PRESIONA para ampliar el confinamiento y suspender las clases en la provincia”. En su diario gemelo, también colaborador mediático del terrorismo de estado y cuanto crimen socio económico ejecuta la derecha neoliberal, su editorialista, Joaquín Morales Sola, veterano empleado de las transmisiones tácticas semanales del poder económico, divaga sobre “el fracaso previo del gobierno previo a la segunda ola”. En Arturo Seguí y la Gran Prensa el mundo parece chico, de mira corta, es como la señal de la frecuencia modulada (FM) cuya transmisión de onda es lineal, si se topa con un edificio, choca, cae, se desvanece. Es la vieja historia de dominar a las mayorías transformarlos en sirvientes obedientes de sus intereses y “sentidos de la realidad”. Nada nuevo sobre que el control de los grandes medios de comunicación, nacional como internacional está en poquitas manos y definen lo que podríamos llamar “la ética de la noticia”. Su facturación es proporcional al servicio que brindan al sistema de la clase dominante; los que tienen todo y nada reparten. Ya no hay camas de terapia Covid-19 para los afiliados de PAMI en la Ciudad de Buenos Aires. Los sanatorios privados de CABA, detonados. Se agotan las camas, en muchos municipios bonaerenses y porteños, alcanza el cien por ciento de ocupación, (sábado 10). “La situación epidemiológica es preocupante porque hemos duplicado de 8 a 10 días la cantidad de casos diarios”, señala el doctor Tomás Orduna, Jefe de Medicina Tropical y Medicina de Viajero del Hospital Muñiz. Una encuesta del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) midió el humor social entre principios de febrero y fines de marzo y el resultado fue abrumador: más del 70% de los consultados estaba dispuesto a alternar períodos de apertura con cuarentena estricta. La pandemia, la lucha política que no detiene la impunidad del poder real, los contrastes. Mientras el gobierno nacional afirma que «Continuaremos con estas políticas sociales focalizadas en las que ampliaremos instrumentos que ya están activos como el Repro (Recuperación Productiva) y la Asignación Universal por Hijo (AUH) y la Tarjeta Alimentar», los formadores de precios siguen atacando. La carne ya es inalcanzable, todos los artículos de la canasta familiar sufren incrementos diarios y la impunidad parece no ser detenida por el Estado. Mientras la discusión por si hay PASO o no fermenta en una clase política codiciosa que patea la pelota fuera de la realidad. Les importa un carajo la vida, la solidaridad, compartir una acción común que exilie la muerte creciente. Ellos crecen con la desigualdad, es el capitalismo, como siempre insistía el gran Nicolás Casullo, “cínico y bestial”.