Es tiempo de maradonear
Por Omar López
Nos conocimos sin saberlo. Yo en la tribuna sur de Independiente, y él caminando sobre la línea de cal hasta detenerse en el medio del campo. Retacón y musculoso, vestido de rojo, con la cresta negra enrulada hasta las blancas nubes de todos los sueños del fútbol.
Bajo su brazo calzaba la redonda y parado en el círculo blanco iniciaba un jueguito que terminaría al final de aquel entretiempo.
La pelota brillaba iluminaba ese domingo invernal, subía a sus hombros, giraba, dormitaba en su cabeza, se desmayaba en su rodilla y viajaba al empeine; de un pie a otro, de su quieto cuerpo transformando el murmullo en un incendio de silencio. En su espalda brillaba en oro el logo de Coca Cola. No importa el detalle, la historia es más grande con su calce, su frente acunando la pelota, guardando un silencio con la redonda quieta hasta subirla al cielo y recibirla con la espalda, volver a guardarla en su brazo, y regresar con una ovación desesperada, cabeza gacha, pisando la línea de cal.
Diego o Dios, o el poeta, o el CHE, ese que años más tarde combatió a los ingleses reencarnando a nuestros pibes de Malvinas. El Pelusa que jamás abandonó su origen de lata, barro, lucha y dignidad de los nadie.
El maravilloso diez de todas las rabonas al poder cínico y brutal, el amigo de Fidel, de Hugo Chávez, Lula, Evo, y Néstor. El que jamás dio tregua, aunque quisieron amputarle las piernas. El que nos llevó por el mundo y nadie lo pudo callar, el Diego que defendió a los jubilados, el mismo que se atrevió a decirnos “Yo me equivoque, pague, pero la pelota no se mancha.”
El que consiguió que el piberío que no lo vio jugar en una cancha se calza su camiseta 10. El que sigue gritando contra la injusticia, el peronista combatiente, el mejor jugador del mundo, el que se jugó sobre el césped y sobre la mafia que maneja la narrativa de la derecha criminal que sigue encantando las cabezas de nuestro pueblo, fatalmente embaucado.
Dicen que D10S ha muerto y hoy estaría cumpliendo 64. Dicen tantas boludeces que mejor no pasarle pelota.
Ésta junto a los viejos que marchan por la dignidad robada y el hambre que los persigue, marcha con los estudiantes, es garganta en las asambleas en defensa de nuestra universidad, es la cara sucia del merendero del barrio, es el potrero aún no privatizado, es viento y la tempestad que marcha en todos los colectivos por recuperarnos de tantas soledades, es el grito de gol que canta el pueblo cuando su equipo ocupa el futuro. Y él esta, presente, sin olvido ni perdón, dispuesto a dar el pase, a cargarse el contraataque, a disparar al ángulo un pedazo de libertad.
Diego Armando Pelusa Maradona está vivo y luchando, contra los come sapos, y los traidores, los idiotas que hablan de batalla cultural sin entender que en la batalla se sangra, memoria, identidad, lucha contra el olvido, magia para encontrarse y saber tirar paredes, juego de táctica, estrategia, de pisar la redonda, de acariciarla, de amar el juego colectivo de la política que nos hacer eternos, siempre dispuestos a volver a empezar, y el D10S nos recuerda todos los días que no está muerto quién pelea.