Brasil, Argentina, el mañana es ahora
Lula se impuso al neofacista Bolsonaro por cinco puntos, 48,36 por ciento, cerca de seis millones de votos de diferencia a su favor que abonan sólida base para la segunda vuelta electoral fijada para el próximo 30 de octubre.
Lula reconoció que nunca ganó en primera vuelta y ahora es la chance de “madurar nuestras propuestas hacia la sociedad”. La referencia hace foco en las poblaciones obreras y populares donde Bolsonaro logró arrebatar votos de Lula. No será fácil cambiar en un mes la lógica que impuso la derecha sobre los pobres y marginales, en el país donde el 5 por ciento más rico tiene los ingresos de 95 por ciento restante.
En el Brasil de más de 33 millones ciudadanos que pasan hambre, Bolsonaro logró un nivel de adhesión notablemente superior al pronosticado por la mayoría de las encuestadoras. Será clave encontrar la manera de llegar a esa sociedad que votó a su victimario; en la respuesta y en la propuesta inmediata en lo político y cultural por encima de lo estructural. Una cuestión es prometer reformas democráticas y otra llevar una propuesta que sane las heridas del presente en el mal vivir de las mayorías desplazadas.
Lula logró concretar una alianza de diez partidos, de izquierda a centro derecha. Esa unidad deberá ajustar, procesar la mirada sobre el resultado electoral. Porque se trata de cambiar la mente del pueblo sumergido que sigue a la derecha con una esperanza de cambio.
Habrá que seguir paso a paso los movimientos de la ultraderecha, en el poder, que en los próximos días pondrá toda su artillería para evitar el triunfo de Lula. Bolsonaro cuenta con muchos filos que saldrán a cortar triunfo de Lula.
Lula necesita acordar con las fuerzas que no quisieron sumarse a su alianza; el Movimiento Democrático de Brasil (MDB) y el Social Demócrata de Brasil (PSDB), que erigieron a la senadora Simone Tebet como presidenciable; y el Partido Democrático Laborista (PDT), que respaldó al ex gobernador de Ceará, Ciro Gomes. No es cuestión de captar esos votos, es necesario un acuerdo político de gobernabilidad frente a un triunfo de Lula condicionado por un parlamento donde será minoría.
Con escaso tiempo la alianza que encabeza Lula tiene el desafío de encontrar una lectura de los acontecimientos, una comprensión cultural, política y económica que se traza sobre el cuerpo sociológico brasilero. Bolsonaro buscará sostener su notable acumulación electoral y urge una lectura para incidir con vista al 30 de octubre. Los resultados de San Pablo, que durante 30 años fue bastión del PSDB y en esta elección obtuvo el tercer puesto. San Pablo es clave en la industria, las finanzas y el agronegocio. Tarsício Freitas, candidato bolsonarista, que le lleva 8 puntos de ventaja a Fernando Haddad (del PT), el candidato de Lula, que los encuestadores daban ganador. El balotaje del último domingo de octubre definirá quién será el ganador.
Otro bastión perdido por el lulismo fue Río de Janeiro. El conservador Cláudio Castro, del Partido Liberal (PL), fue reelegido gobernador de Río de Janeiro en primera vuelta, al derrotar a Marcelo Freixo.
Brasil y las alianzas frente a la ultraderecha fascista también arrastran lectura política hacia Argentina. Sin duda los liderazgos, como Lula o Cristina Fernández son centrales, aunque no determinantes. Se impone una trama de alianzas y negociaciones políticas expuestas a cambios permanentes.
Se juega un destino navegando por los subterráneos de la sociedad, en Brasil, en Argentina, cursos sociales atados a una lógica demencial propuesta por el odio de una derecha y terror facho que anidaron entre pobres, desplazados y sectores medios. Es evidencia que la comunicación necesita reinterpretar los profundos cambios políticos inyectados en los pueblos.
Hablando de las respuestas políticas, desde el Frente de Todos, en la madeja política económica, cumplir con el FMI, negociar con los comandos del poder económico, la lucha por frenar remarcación de precios, y cuánto quiera agregar el lector. Abajo, en la desesperante rutina de sobrevivir, comer, cubrirse sin un mango que alcance, el tema de la inflación es una marcha sobre el fuego que nos consume. No hay respuesta, y abajo la inflación es el tema central que se padece, el que te deja en pelotas y a los gritos, encarcelado en la desesperación. Ahí hace falta la política, la autoridad del coraje para frenar la impunidad de los mismos terroristas que construyeron a Bolsonaro y acertaron sobre la errática lectura de los progresismos a la hora de estar con lo concreto donde todo falta.