Bombardeo sobre Plaza de Mayo
16 de junio de 1955. Más de 14 toneladas de bombas desparramadas por aviones de la Aviación Naval y parte de la Fuerza Aérea sublevadas contra el gobierno constitucional de Juan Domingo Perón, el saldo inconcluso hasta el presente es de 350 muertos y más de 1.000 heridos. Matar a Perón era el objetivo para enterrar el peronismo abrazado por la clase trabajadora.
Hace 66 años que la alianza del poder económico rearma su cruzada defensora del gran capital y mutila en derechos y garantías al pueblo trabajador argentino.
Un año antes del bombardeo, el peronismo había triunfado en elecciones generales que se celebraron para elegir vicepresidente para cubrir la vacante que se había generado en el cargo tras la muerte de Hortensio Quijano. Perón se impuso con el 62,54% de los votos. A la oligarquía y embajadas de los imperios dominantes les quedó claro que Perón no podría ser derrotado en las urnas. El voto popular con trabajadores que conservaban un 53 por ciento de la participación del PBI, cifra record en la historia continental, aplastaba a la opositora alianza integrada por la Iglesia Católica, la Sociedad Rural, el poder empresarial de la burguesía terrateniente y su brazo subordinado en grandes sectores del generalato de las Fuerzas Armadas.
El crimen de las clases dominantes nunca se detuvo. Muerte cultural, económica, y secuestro de la Ley, condenando nuestra Constitución y estado de derecho al exilio permanente. El terrorismo del poder económico fue mutando; las bombas, silenciar el peronismo, enterrar sus ambiciones de distribuir la riqueza, los golpes de estado, el terrorismo de estado y nuestros treinta mil desaparecidos, los crímenes de lesa humanidad, la muerte de Derecho, el ahorcamiento de la razón, la producción de la falsa información, el desmantelamiento del pensamiento crítico, la memoria oficial que borra la historia, la maquinaria de los sentidos, símbolos, modelos del patrón sobre una condenada siembra de ignorancia y desprecio al bien común y colectivo.
La pandemia expone su egoísmo fatal, el desprecio de una clase minoritaria que pretende hacer un campo de concentración de la sociedad sobre sus intereses.
Mate amargo selecciona el siguiente trabajo publicado por el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación y la Secretaría de Derechos Humanos, 2015.