Lula llegó, asumió y decretó
El flamante presidente actuó con precisión y sin pérdida de tiempo al emitir una docena de decretos de urgencia, marcando un carácter y un rumbo de intensa iniciativa política.
Apenas asumido, en el Palacio del Planalto, sede del gobierno, Lula firmó trece decretos. Rápido y preciso; para revocar la compra de armas para cazadores deportivos y coleccionistas. Reduce a tres armas por ciudadano, cuando Bolsonaro lo había elevado a seis. Ordena un nuevo registro que no supere los 60 días. Otro decreto libera de inmediato el pago de 600 reales a los brasileños que reciben el subsidio “Auxilio Brasil”. Prorrogó la eximición de impuestos que gravan los combustibles por los próximos 60 días, en tanto se ordenan las prioridades económicas.
Desde ayer, Lula firmó la puesta en vigencia; la restauración de la Ley de Acceso a la Información, que Bolsonaro había anulado. Comenzó reactivando el Portal Transparencia, que como señaló el flamante presidente en el Parlamento de Brasil,” retomarán los controles republicanos para defender el interés público”.
En el apartado medioambiental, determinó la reactivación del llamado Fondo Amazonía.
Lula decidió revocar un decreto dictado por Bolsonaro, en los últimos días de su mandato, según el cual se ampliaban las licencias para la explotación de recursos minerales en la región amazónica e incluso en las tierras indígenas.
También ordenó revisar en un plazo de 30 días una serie de decretos de Bolsonaro que habían establecido un secreto de cien años sobre diversas cuestiones de la administración pública o incluso sobre asuntos personales del ahora exmandatario y su familia.
Otro decreto de Lula es excluir de un plan de privatizaciones elaborado por el Gobierno de Bolsonaro a las estatales Petrobras, Correos y Empresa Brasil de Comunicación (EBC).
Lula no espera, el destino democrático de Brasil, su proyección directa y caliente en la región, tampoco esperan, en un dramático y violento presente geopolítico.
A las diez de la mañana del lunes 2 de enero se inicia la reunión bilateral entre lula y el presidente argentino Alberto Fernández. Dicho encuentro marca un rumbo en la unión sudamericana. El propio Lula lo marca en su discurso de asunción ante el parlamento brasilero; “Retomaremos la integración a partir del Mercosur, con la revitalización de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y otras instancias soberanas”.
La unidad de Brasil y Argentina abre un nuevo e intenso proceso político. Habrá que ver qué, cómo y cuánto arrastra Brasil a la política argentina. Cierto es que son muchos filos y contrafilos que se cruzaran en este nuevo ciclo, rodeado por oposiciones de derecha y los golpismos mediáticos – judiciales y de los servicios de inteligencia en la región.
La ambición del nuevo gobierno de centro de Lula es abrir el campo de una unidad que no cerro su debate, replantear los criterios de acumulación de poder real para gobernar con flexible y cautelosa muñeca política.
No se repetirá el pasado con el soñado Banco del Sur que alguna vez propusiera Hugo Chávez, la agencia de comunicación de los estados del cono sur, la moneda regional como algunos de los desafíos latentes. La crisis mundial, la demolición diplomática de las potencias en el nuevo escenario geo político modifica muchas reglas. Hay mucho interés en encontrar una moneda única para el comercio regional, entre otras urgencias.
Lula inicia un gobierno sobre una nación demolida por el fascismo de Bolsonaro. Gobernara una alianza compleja y deberá pulsear con otra alianza de arco que cruza la ultraderecha al centro; equilibrio complejo y aún con muchos capítulos abiertos respecto al liderazgo de la ultraderecha con un Bolsonaro prácticamente fugado a Estados Unidos.
