Por dónde se sale de la derrota
Por Omar López
Una primera mirada
El ensayo en las primarias abiertas con un 70 por ciento del padrón electoral abre la urgencia de definir una potente salida política ante el voto que mezcla bronca, desilusión e impotencia. El Frente de Todos perdió votos, la derecha obtuvo casi lo mismo que en 2019.
El presidente Alberto Fernández señaló: «Sabemos que en ese mensaje hay demandas insatisfechas que debemos escuchar y seguramente hay reclamos por errores cometidos que no pueden volver a repetirse.”
La pandemia se llevó el gran esfuerzo del estado para salvar vidas, poner el sistema sanitario en funcionamiento, -desmantelado por el macrismo-, asegurar el aislamiento preventivo, traer las vacunas, auxiliar económicamente a los más necesitados con los programas sociales y desactivar la bomba nuclear del endeudamiento con el FMI. No alcanzó.
La vicepresidenta Cristina Fernández tempranamente propuso el control de fallas ante ministros que no funcionan y “funcionarios que no tengan miedo al poder real.” Ante una derrota abundan razones; nunca se pudo imponer el control a los precios ante la impunidad de los poderosos grupos económicos, ni hacer retroceder la inflación.
No se pudo resolver los problemas sociales del país demolido por el macrismo y atacado por la pandemia; no se cambia con diálogo la estructura criminal del poder concentrado.
Faltó carácter, articulación y densidad política del gobierno que tuvo una lectura perdida sobre las urgencias económicas del pueblo, de una sociedad quebrada, fragmentada y una parte importante aplanada cultural y políticamente, La desigualdad entre los que más ganan y los que más pierden, como los jubilados con una mínima fatal de veinte y picos de pesos, con la carne picada a mil pesos. La guita no alcanza y sobra desesperación ante la necesidad no resuelta. La bronca amasada con la impotencia no fue avistada por el gobierno que debe ir de inmediato a una discusión política correctiva sobre las soluciones que urgen.
El drama de una mayoría empobrecida es enorme, hay hambre y es una realidad. La pobreza, (40 por ciento de los niños son pobres), indigencia, la caída de los niveles de sustentabilidad de los monotributistas, la inflación galopante, la falta de carácter de intervención sobre la manipulación del poder real, que manda en la estructura económica y da golpes de mercado a diario. El precio de la carne, la impunidad de los exportadores, la debilidad de intervenir políticamente e imponer el poder del estado apelando a la autodefensa del bien común. Poder comer, vivir con plata en el bolsillo. Faltó más osadía, y oscureció el descomunal esfuerzo del gobierno para evitar una catástrofe frente al implacable COVID -19.
La comunicación entre el gobierno y la sociedad está en corto, llega a la orilla de los propios y se ahoga en el mar de la maquinaria mediática hegemónica, brazo simbólico y cultural de la derecha destituyente. La comunicación esta desarmada de lineamiento táctico – estratégico político. Debe cambiarse para inyectarse en la rutina social en lugar de ser un mecanismo de respuestas a las operaciones mediáticas de la derecha. Recuperar la iniciativa de informar, desarmar al adversario, hacerse entender por el pueblo. En este aspecto no existe comunicación que se base en la información sobre la complejidad de lo que sucede en los barrios, en las fábricas, en las oficinas, en los hogares de nuestros queridos viejos, en las diferentes tribus juveniles. Tantas veces dicho en esta columna, la comunicación democrática y popular debe ser política de Estado para la batalla de ideas, y no alcanza con un racimo de medios, sino que urge entramar con todos los medios, comunitarios, barriales, regionales, cooperativos, salir del epicentro y multiplicar las voces y la asistencia de pautas publicitarias. Es irresistible no comentar que mientras el poderoso Grupo Clarín recibe pautas millonarias el resto queda afuera. Justamente Clarín que desconoce el congelamiento de las tarifas con sus jueces sicarios impide internet para todas y todos.
Alberto Fernández sostuvo que a partir de hoy “vamos a trabajar para que en noviembre los argentinos y argentinas nos acompañen porque seguimos convencidos de que estamos frente a dos modelos de país: un modelo que incluye a todos y otro que deja afuera a millones». La cuestión política es cómo se logra avanzar con ese modelo de inclusión.
“Saber y poder están estrechamente ligados, ya que el poder, en tanto que relación social, se crea, se reproduce y se mantiene mediante la generación de discursos, efectos de verdad y conocimientos científicos: «Lo que le da estabilidad al poder, lo que induce a tolerarlo, es el hecho de que no actúa solamente como una potencia que dice no, sino que también atraviesa las cosas, las produce, suscita placeres, forma saberes, produce discursos». (Foucault, 1926 – 1984).
A esta altura no tiene sentido hacerse los rulos con la foto de Olivos, y otras operaciones de inteligencia de la derecha política.
“El poder no se centra en el Estado y la clase capitalista, sino que circula por toda la sociedad” Foucault. Hace tiempo que la batalla de ideas es hegemonizada por el poder económico y su mega estructura de industrias informativas culturales. El rol del espacio democrático popular y la desactualización de saberes. Cómo intervenir en esta contingencia.
El Frente de Todos llegó al gobierno para cambiar la relación de fuerza frente a la derecha económica y cultural. Con ese 48 por ciento de los votos se está en deuda y es tiempo de recuperar el mandato, replantear prioridades, hombres y método.
La unidad heterogénea del FdT debe encontrar una salida profundizando ideas, identidad política, carácter, y hacerlo fortaleciendo el vínculo con la movilización popular.