Nuevos tiempos de rebeldía estudiantil
Por Juan Carlos Junio
Secretario General del Partido Solidario y presidente del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos.
Lo esencial se hizo visible a los ojos: la reacción de multitudes en calles y plazas de toda nuestra geografía nacional convulsionó la escena política. Nuevamente la energía de los pueblos, por momento soterrada; marca un nuevo tiempo. Médicos, enfermeras y empleados que defienden a los hospitales públicos; docentes, estudiantes y científicos que luchan por la universidad democrática, a la que sienten parte del acervo educativo nacional y que les posibilita un futuro. Se suma la invalorable emergencia del movimiento estudiantil, con su dinámica política de asambleas, clases abiertas en las calles, ruidazos a los diputados conversos que venden sus votos por 30 dineros, tomas de facultades con dictado de clases, y su voz de rebeldía ante el intento de avasallar y destruir la universidad pública.
La amenaza mileísta de sancionar y reprimir las tomas porque son “un delito” choca contra la historia democrática de nuestro país, ya que esa metodología de lucha estudiantil, asumiendo simbólicamente la ocupación de sus casas de estudios, se remonta a los reformistas fundadores del ´18. La foto más emblemática de ese acontecimiento histórico que revolucionó la vida universitaria en nuestro país y en todo el continente americano, es la de los estudiantes cordobeses en las alturas del edificio de su universidad tomada, celebrando su triunfo enarbolando la bandera argentina. Cierto es que el gobierno logró sostener su veto con el concurso de los diputados propios ultraderechistas, del macrismo en bancarrota subordinado al mileismo que lo lleva a la rastra, y de los desertores del radicalismo y el peronismo, quienes hasta su voto a la Ley Bases, todavía los podían calificar de “amigables”. El segundo veto obligado, desnudó más aún el transfuguismo de “los boinas blancas libertarios” y del bloque “dependencia” del gobernador tucumano otrora peronista, ahora un anarco mileista de la primera hora. Circunscribirse a ese hecho por más importante que haya sido, sería caer en un enfoque fotográfico.
Antes de la sesión se produjo la segunda manifestación de masas del mundo universitario rodeada de organizaciones sindicales, de la cultura, de fuerzas políticas, etc, que conmocionó a la opinión pública. Posteriormente al “triunfo” de Milei y sus 84 “heroicos” diputados, emergió una movilización estudiantil imbricada con la lucha de rectores, docentes, trabajadores, científicos, agregando un factor político de enorme dinamismo e influencia en el tejido social y cultural del país. El “triunfo” de los vetistas contrastó con el crecimiento y consolidación de una mayoría parlamentaria de 159 legisladores que se va transformando en determinante para los próximos tiempos, y que preanuncia el rechazo a un proyecto de presupuesto inficionado por la línea “innegociable” del ajuste a todo lo relacionado con inversión en salud, educación, transporte, servicios públicos, obras civiles, etc.
En la actual circunstancia lo que se dirime es la defensa de lo público como concepto ideológico principal, que rigió a lo largo de nuestra historia frente al plan thatcheriano ultraliberal de Milei, con el apoyo del PRO y otros aliados de circunstancia, para que las corporaciones financieras de la city y de Wall Street, se lleven sus respectivas tajadas ofrecidas por el presidente, regente del actual experimento político. Tras las brumas de cada uno de los brevísimos acontecimientos coyunturales, lo que verdaderamente existe, como contradicción principal, es la definición de dos proyectos políticos, económicos y culturales antagónicos, con epicentro en las políticas económicas y su impacto en la vida del pueblo.
Así las cosas, el tan mentado “exitoso relato” de Milei, va perdiendo influencia en amplios núcleos sociales que se esperanzaron con la opción de La Libertad Avanza ante la decepción de gobiernos anteriores. El ostensible fracaso del acto en Parque Lezama al igual que las convocatorias de su hermana, aspirante a jefa de un partido, muestran que su gritería descalificante y el odio, no articulan una épica y una identidad que convoque a una militancia política, incluyendo a la juventud.
La confesión
Otro elemento importante de carácter ideológico que se desnudó como consecuencia de la violenta controversia en el parlamento, enmarcada por la movilización social, fue la confesión del diputado “educador” Finocchiaro. El ex ministro explicó crudamente que lo que en realidad estaba en juego era el mensaje a “los mercados internacionales, a los inversores que tanto necesitamos”. O sea que la universidad, sus docentes y el alumnado deben ser sacrificados ante el altar de los prestamistas, quienes exigen extremar el ajuste con el fin de que con el malhadado superávit fiscal se les pague a ellos. Así las cosas, el presidente echó el resto. Decidió apoyar la inmolación de su diputado, declarando al otro día: “esto nos fortalece en los mercados”. A pesar de que la infidelidad es propia de su naturaleza, el establishment en esta circunstancia, salió a apoyar el veto presidencial. Los diarios económicos especializados destacaron en sus portadas: “El gobierno sostuvo el veto, fuerte suba de acciones y bonos”. “El triunfo político afirmó el escenario financiero”, concluyendo que los 84 diputados fueron “una minoría eficaz”. Por su parte, ante este momento crucial, el Banco Mundial no pudo contenerse: el economista jefe William Maloney decidió pronunciarse: “el ajuste extremo era necesario”, “la baja de la inflación es un logro increíble”.
La emergencia de los nuevos tiempos de luchas sociales tendrá que ir encontrando un aglutinante político amplio, en términos de representaciones partidarias, sociales y culturales; amalgamando un programa popular progresista que salga al encuentro de la grave emergencia por la que atraviesan la mayoría de los sectores humildes y las clases medias. Ya fue señalado, el problema de las pobrezas tiene como causa determinante a las riquezas cada vez más concentradas. De eso se trata: para redistribuir a favor de las mayorías, crear trabajo y fortalecer al aparato productivo, se deben afectar a las minorías hasta aquí triunfantes. Por ese camino transitaremos hacia una verdadera democracia más igualitaria, con justicia social, que valore y defienda la soberanía económica y política de la nación.