GIRO EPOCAL
Por Tony Nicolau
Uno de los grandes temas que atañe a la sociedad contemporánea es el cambio epocal. Entendido desde una perspectiva filosófica, dicho cambio obedece a transformaciones estructurales que la asimilan a la etapa histórica del paso del nomadismo al sedentarismo y de allí, a la civilización. Es por ello que muchos la califican de ‘cambio civilizatorio’.
Posverdad, relativismo ético, modernidad líquida, desvanecimiento de los grandes relatos, pérdida de utopías sociales, ultraindividualismo, desinterés por lo social, auge del sectarismo ideológico de ultraderecha, primacía del algoritmo, son algunos ingredientes de una sociedad con una seria tendencia hacia su deshumanización.
Algunos prefieren leer la realidad contemporánea como un acontecimiento más del avance de la sociedad capitalista. Tal como sucedió durante la 1era Revolución Industrial o la revolución informática. Pero no es así.
Desde nuestro punto de vista, la sociedad actual está generando una metamorfosis kafkeana que conduce a destinos insospechados y solo imaginados por la ciencia ficción: robotización social, tecnologización de funciones humanas primarias, retroceso del córtex cerebral, telematización del trabajo, enfriamiento de la sensibilidad humana como producto final del proceso de la Revolución Tecnológica.
En este camino, la conversión de la subjetividad humana hacia destinos inimaginados, parece permanecer indiferente ante intelectuales de talla que ven en este proceso un modo más de avance social. Como los otros posteriores a la edad moderna.
Sería loable que los caminos de la investigación social introdujera una mínima sospecha hacia el lugar hacia dónde se dirigen dichos cambios. Sobre todo porque los que los mueven e incentivan pertenecen a los grupos dominantes del mundo que solo piensan en sí mismos y en su enriquecimiento material sin tomar en consideración el perjuicio global y total al que están arrastrando a la humanidad entera.
Ese camino de sospecha debe poder producir una alternativa real, producto de una intelección y una movilización interna de las lógicas sociales y culturales. De lo contrario, sus caminos solo aburrirán con datos e informaciones que sólo producirán la continuidad de la parálisis a la que estamos sometidos actualmente por la inercia de la imposibilidad del cambio, de la ausencia de un horizonte de sentido que le de fuerzas a una movilización social que arrastre a las multitudes a producir un giro contrario al que se está produciendo actualmente.
Salvo que hayamos aceptado – sin más – que la autodestrucción es nuestro único destino viable.