Contragolpe
Por Omar López
La derecha recargada sigue despedazando al gobierno del Frente de Todos; las operaciones mafiosas del golpismo judicial, el terrorismo de los monopolios exportadores y de la alimentación, juntos con la formidable campaña mediática de la desinformación, engaño y siembra del odio al pueblo pobre, al peronismo y en particular en la construcción persecutoria del kirchnerismo, y Cristina Fernández como mayor referente de la política nacional.
Las alianzas de la derecha que gobierna sobre la estructura económica que sostiene el poder real en nuestro país, no tiene empacho en producir su escalada genocida; matar la verdad, decapitar la razón, sepultar toda legitimidad que enfrente y deje en evidencia sus intereses del eterno saqueo dominante.
Entienden de sus propios fracasos, tal la fallida experiencia en Brasil, anulando a la ex presidenta Dilma, el armado de su destitución y la persecución, invención de pruebas y la cárcel para Lula. El imperio del golpismo carioca se desmoronó gracias a la capacidad de resistir que supo recrear el movimiento democrático. No cae por peso propio el gobierno del fascismo bolsonarista, se unen la pobreza insoportable del pueblo y la organización política en la resistencia política, movilizando la coordinación de una fuerza de recuperación del Estado de Derecho. La derecha entiende su error y por eso mismo Lula avisa que se achican los márgenes y hay que fortalecer la razón poderosa del derecho democrático a la autodefensa constitucional, cuando advierte que de haber una hipotética segunda vuelta, habrá peligro de golpe.
Es cierto que el golpe es permanente, el golpe mafioso del poder económico y el fascismo cultural que sacude la derecha en su creación socio cultural mediática para dirigir su rumbo de ocupación política.
En nuestro país el gobierno que encabeza Alberto Fernández no puede enfrentar a doscientas brigadas empresarias que lo descuartizan con sus golpes de mercados y ampliando el condicionamiento de una deuda externa, IMPAGABLE de 45 mil millones de dólares. No hay salida por derecha, ni el centro, o con el viejo y falso ejercicio del diálogo con un poder real.
A esta altura urge modificar los plazos con que se piensa la contrarréplica; la audacia política impone la decisión de confrontar, escuchar, compartir y trazar las respuestas desde el enorme enojo y debate crítico de las bases militantes, del pueblo asaltado que pide unir fuerza y decretar la democracia por encima de todos los golpes del mercado. Se agota el tiempo y espacio disponible para revertir el ataque de la derecha.
La discusión entre las referencias centrales del FdT necesita la escucha del planteo crítico que se visibiliza en su base y los supera. Va mucho más allá del contexto de las líneas de dirección de las organizaciones políticas y sociales. Manifiesta una vieja deuda, una asignatura entre el contexto y la lógica de cómo se piensa la intervención política. Va más allá de una crítica a los ordenadores del verticalismo –viejo pragmatismo heredado de la cultura dominante – y tantas veces puesto al desnudo en la batalla de ideas que travesó al campo nacional y popular.
Más que gestos del Ejecutivo se reclama la acción política; decretar los cambios y liberar la movilización organizada. Tiempo de acción que no admite la especulación tardía de prometer un enojo y movilización a futuro cuando todos saben que la respuesta es urgente y es ahora.
