Brasil está aquí
La impunidad representada por el agotado gobierno derechista de Temer y el terror anunciado por los militares, amenazando con salir a matar si Lula no queda preso esta tarde, es proporcional a una formidable recuperación de fuerzas del pueblo brasilero, y en particular del proceso de juntar fuerzas democráticas encabezado por Lula.
El fenómeno en el país hermano debe atenderse con sus particulares diferencias y referencias en nuestra Patria.
Según parece los ciclos de tanta impunidad desbocada empiezan a obtener por parte de la voluntad popular un principio de detención y afecta también al mantenimiento de alianzas ultramontanas entre los mercenarios de la justicia y de la compleja y poderosa industria mediática que ordena su necesario discurso del mal a la hora de enlodar al opositor como el viejo manual de la desaparición de las contrapruebas que los desnudan ante tanta infamia y calumnia para arrugar la fundamentación del adversario.
El movimiento popular en sus contratiempos acomoda su participación y movimiento junto con la respuesta de los pueblos que vaciaron sus vientres y ahora empiezan a llenar sus cabezas con evidencias de enormes traiciones por parte de la derecha que les jugo otro edén mejor que «los populismos».
Cierto es que a pesar de los desaciertos de las clases dominantes son tapados por una compleja maquinaria de sostén de su poder; judicial, represivo, mediáticos, expulsando el trabajo, abandonando a millones de jubiladas, pensionados, desamparando en la salud y en la protección del Estado a los más débiles, haciendo imposible alimentar a la familia y acrecentando temerariamente la inflación como partimiento de los pobres.
En tanto, los corruptos y sus vejámenes siguen su camino en la mayor y más veloz demolición del Estado de Derecho, de los valores constitucionales vendidos en las Offshore que ampara las negras ganancias de una clase sin patria que llegó al poder en el nombre de una Patria para todos.