Actos, actitudes y destinos en disputa
Por Omar López
En todas las plazas del 17, Día de la Lealtad, las multitudes reclamaron afirmar el rumbo votado el 2019. Priorizar la deuda interna, imponer el carácter y fortaleza de intervención del Estado sobre los formadores de precios, desactivar los generadores inflacionarios que barren el salario y sostienen la pobreza. Discutir riqueza antes que pobreza; el pueblo con sus organizaciones, las bases inorgánicas, y la ciudadanía que resistió los cuatro años del mayor saqueo de la historia, están. Lo ausente aún es la voluntad de acordar la coordinación de una acción política por ese rumbo que ayer se expresó en todas las manifestaciones, con consignas, cantos y en pancartas.
Abajo está el protagonismo político, los memoriosos y dispuestos a dar pelea por profundizar el proyecto nacional y popular. Arriba y en los medios hay viejas lógicas y porciones de poder que no están dispuestas a esa apuesta. Alimentan fracturas entre el reclamo de las bases y la acción organizada en una única dirección. La CGT, hoy hace su acto, con sus estructuras y sin el protagonismo del pueblo. Lo promueven cabezas gremiales que hacen treinta, cuarenta años están al frente de una estructura que en la mayoría de los casos asistió al poder económico real. Son los mismos que bombardearon al gobierno de Cristina Kirchner y ahora se visten de aliados, hablan de “la armonía que habita la Confederación General del Trabajo. Los une el viejo mandato de sostener su poder y control de las estructuras sindicales.
Los matices no definen la cuestión central de concentrar y organizar el poder de los trabajadores para pulsear con los poderosos núcleos que controlan los ciclos del capitalismo salvaje.
Salvando una parte de la dirigencia que busca la unidad para la lucha contra el neoliberalismo, la mayoría es parte del entorno y funcionalidad a la derecha.