A Juan Gonzalez le preocupa la “cuestión de Cuba, Nicaragua y Venezuela”.
A Juan Gonzalez le preocupa la “cuestión de Cuba, Nicaragua y Venezuela”.
A otro Gonzalez, vecino del frío conurbano bonaerense le preocupa el impagable precio de un cacho de carne. Abundan los Gonzalez y es escasea la información sobre ellos.
El primer Juan es el Director Senior para el Hemisferio Occidental del gobierno de Estados Unidos, integra la delegación que encabeza Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca. Gonzalez le transmitió al gobierno argentino, la preocupación (y los intereses) del presidente Joe Biden por un «hemisferio seguro, democrático y de clase media». está en los intereses de Estados Unidos y reafirmó la posición de respetar los “valores democráticos” en la región.
La diplomacia de la geopolítica imperial no tiene en su agenda quebrar el espinazo del poder económico que controla la economía continental, global, administra los límites de la libertad vigilada de una ficción democrática que sólo funciona bajo la obediencia a sus mandatos. Les preocupa la resistencia del pueblo cubano al criminal embargo económico. No pueden permitirse otra idea, otra lógica sobre la representación del poder. La misma historia con Venezuela.
No hay un Nunca Más a los responsables de los saqueos de nuestros pueblos, sencillamente, el poder real que les marca los límites jamás se lo permitirán.
El asunto es el Juan Gonzalez de nuestro conurbano bonaerense, todos los bloqueados por el genocida sistema de dominio del capitalismo dominante. Porque digamos, simbólicamente; con el pueblo, Juan, Juana, los nadie, pondremos alinear la razón, la conciencia y la lucha para dejar de vivir en un decorado democrático con valores dictados por quienes la ultrajan a su antojo. «Lo que le da estabilidad al poder, lo que induce a tolerarlo, es el hecho de que no actúa solamente como una potencia que dice no, sino que también atraviesa las cosas, las produce, suscita placeres, forma saberes, produce discursos». (Foucault, 1926 – 1984). Y, joder, es la parte más difícil, pero estamos dulcemente condenados a insistir, transformar, conquistar y liberar porque otro mundo es posible.