NUEVA ESTATALIDAD
Por Tony Nicolau
La llegada de Milei, el ‘Atila’ de la política, tiene su correlato con la crisis de la democracia, del sistema republicano y el sentido del Estado.
Hace ya mucho tiempo que las cosas no vienen nada bien. Y muy poco se ha hecho para cambiarlo. ¿Leyes ampliatorias de derechos? Sí, sí: muchas y muy buenas, pero casi ninguna de ellas estructurales.
Desde el retorno a la democracia en 1983 no se han creado los resortes jurídicos que modifiquen la estructura misma del Estado.
La ley de entidades financieras es un ejemplo fiel de ello. Nacida al calor de la dictadura en 1977, nunca se disolvió. Esta ley es la que permite que nuestro sistema financiero esté en permanente amenaza de quiebra. Claro: se tocarían intereses estructurales de las grandes empresas, bancos y financieras que de alguna manera, buscan sostener la dependencia nacional a los intereses foráneos.
La CN sigue conservando un esquema liberal, centralista, unitario y elitista que no admite posibilidad alguna de realización del interior profundo, siempre abandonado a la suerte de algún presidente ‘sensible’ a los intereses de las mayorías.
La Justicia sigue aguardando su reforma estructural (la palabra ‘estructura’ se repite porque es la esencia de la demanda). Jueces eternos que se elijen entre ellos, cual ‘casta’ jurídica con ribetes de co-gobierno con el sistema político. Cortes lentas que juegan con los tiempos del pueblo y sus necesidades más primitivas. La lentitud, la ceguera y la prebenda, forman parte de la identidad de la Justicia que nunca se llega a tocar.
La Ley de Coparticipación Federal: otra de las grandes leyes junto a la de Presupuesto Nacional que deben ser corregidas estructuralmente para que ningún ‘loco’ (como Milei o Bullrich o Sturzenegger o Caputo) siga haciendo desastres con los fondos de la nación desfinanciando a las provincias y rompiendo por dentro el Estado con sus propias armas.
Una nueva legislación sobre el mundo del Trabajo aguarda ser convertida en convenios colectivos, con foco en los sindicatos para fortalecerlos y darles el poder que requieren para la defensa irrestricta de los derechos conquistados y por conquistar de los trabajadores.
La Ley de Asociaciaciones Sindicales, ya que estamos con los sindicatos, requiere ser transformada en una ley que proteja a los trabajadores y no tanto a las entidades sindicales que se han convertido en moneda de cambio para las prebendas con el poder político.
Ya que estamos, una Nueva Ley de Financiamiento Educativo que rehaga al sistema de educación, le otorgue una impronta realmente transformadora, una identidad nacional popular y una lógica de avanzada en materia de implementación de las nuevas tecnologías bajo la impronta del desarrollo, la investigación y la producción sin perder el horizonte Humanista que debe caracterizarla.
En fin: la ‘Nueva Estatalidad’ que promulga CFK deberá estar relacionada con estos giros civilizatorios que contemple la realidad de este mundo que está al borde de estallar en pedazos por la falta de política popular, al servicio de los intereses populares, es decir, de las mayorías y no de las élites centralistas que luego se fugan con los billetes robados de los trabajadores.
Creemos en esa nueva estatalidad junto a otras muchas otras reformas estructurales (no se me escapa una nueva ley electoral y una regulación específica para la elección de los referentes sindicales y los políticos) deben hacer del Estado un nuevo lugar donde reparar los daños provocados y así, la ciudadnía vuelva a creer.
Trabajemos juntos por ello