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No es solo Magnetto

Por Omar López

El Estado de Derecho pleno y su manto constitucional que cubre la democracia que nos iguala ante la Ley, no existe. Subsiste el imperio una democracia vigilada, una frontera entre los derechos y los privilegios del poder económico y cultural dominante.

Mucho se habla del estratega del poder económico real de la derecha medieval que gobierna impunemente con la triada mediática hegemónica, la corruptela brigadista de jueces y fiscales, sumado a los poderosos conglomerados económicos. El hombre señalado es Héctor Magnetto, CEO del Grupo Clarín, y no es poco decir. Es el oscuro contador insertado en el diario tras la muerte de su fundador Noble. Entonces el diario cruzaba una encrucijada económica, política y de replanteo editorial. La viuda de Noble, Ernestina Herrera apenas era un borroso mascarón en la nave. Magnetto construyó un poder impensado, transformó al matutino en herramienta política lobista, con premeditada elaboración propagandística al servicio de alianzas económicas que comenzaron a fundar un frente político con extraordinaria capacidad de manejo de la comunicación política empresaria dispuesto a incidir en la gobernabilidad. La alianza con la dictadura militar, empresarial, civil, eclesiástica y cultural alcanzó una lógica de nuevo orden del poder económico real rearmado durante el terrorismo de Estado. Un emblema de semejante mutación de poder es la foto de la inauguración de la planta de papel prensa, con Magnetto y el criminal – genocida Jorge Rafael Videla. También estaba en la foto Ernestina de Noble, y los Ceos de La Nación. Papel Prensa significó crimen, tortura y castigo para apropiarse del mercado.

En tanto comenzaba el entramado de cubrir la lógica hegemónica de la comunicación dominante en los medios audiovisuales conformando un discurso único. No hubo resistencia a semejante cambio estructural tras el terrorismo de estado, con empresarios secuestrados, desaparecidos, empresas apropiadas y treinta mil desaparecidos que extendieron la tragedia al desarme de la organización democrática popular en todas sus presencias sociales, territoriales, gremiales y culturales. La heroica resistencia con descomunal coraje de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo logró preservar una ética, reformular un concepto militante abierto y la recarga de una acción colectiva en defensa de la condición humana por un derecho al Estado de las mayorías liberado del cautiverio del poder económico real. Hubo que cruzar política y sacrificios incalculables para sobrevivir a una trama de traiciones que venía de tiempos lejanos, algunos más cercanos como la triple A, parida en el regazo de la muerte por el brujo José López Rega. Sumado a una clase política gremial que se entregó y conformó la burocracia asistente al poder real, gordos, flacos, empoderados con dádivas que los enriquecieron y transformaron en una enorme operación mafiosa como dique de contención de la democratización, organización y capacidad de lucha de clases de los trabajadores. En ese espacio vital de la lucha nacional y popular, la burocracia sindical se transformó en una muralla para frenar luchas y evitar las nuevas lecturas que proponía el proceso de recambio del capitalismo salvaje.

No hay un solo Magnetto, no hay un solo Clarín, no se trata de ubicar una alianza con una sola cabeza. Existe un poder concentrado de complejos procesos de alianzas que funcionan con apoyo del gran capital trasnacional, que actualiza su táctica sujeta a los procesos en disputa dentro del mapa geopolítico mundial.

Magnetto es sin dudar el diablo y conductor de una maquinaria devastadora del Estado de Derecho, y sin embargo sería un error imperdonable concebir su poder solitario. Hay un poder colectivo de una docena de poderosos grupos económicos post dictadura militar. Hay un poder articulado con las mafias sindicales, de alcance a muchos cabezas de organizaciones sindicales.

Habrá que indagar desde cuándo el movimiento popular, no pudo superar la interpretación del enemigo principal y cómo desarmar su andamiaje de poder. Por decir al paso, cuando Ctera y ATE deciden en los noventa abandonar la CGT y fundar la CTA, una central abierta al movimiento sociales, se abría un camino por fuera de la lógica impuesta por el poder real y sus intervenciones en el movimiento político sindical. Desde entonces y hasta el presente es un proceso abierto. Los gobiernos democráticos que recuperaron la formalidad del poder nunca se atrevieron a empoderar a los gremios combativos, sean del arco del gremialismo democrático peronista ni de la izquierda.

Habrá que repasar el proceso de mutilación de todos los golpes al Derecho del Trabajo como una de las tantas claves de dominación.

También comprender la lejana comprensión de los gobiernos democráticos sobre la batalla cultural; la Ley de Medios, una de las mayores leyes debatidas en el orden nacional y parlamentario, de la más avanzadas del mundo, aún con sus fallas, secuestrada por Mauricio Macri, por orden de Magnetto, no fue recuperada con la llegada del gobierno del Frente de Todos. Mucho menos aún el fortalecimiento de los centenares de medios democráticos y populares que desde hace décadas resisten a lo largo y ancho del país. Esa asignatura remite a una incomprensión pragmática de la batalla de ideas, de la confrontación cultural tan necesaria para informar, entender y organizar a la sociedad sobre “otras verdades” que están mayoritariamente por fuera de la biblia del mercado.

Posarse sobre la injusta persecución a Cristina Kirchner es tan solo una parte, porque la cuestión es de más que una candidatura cuando se trata de confrontar desde una unidad ancha y dispuesta a quebrar la operación de las viejas corporaciones gremiales, empresarias y políticas que no están dispuestas a quebrar el sistema que con tanta impunidad controlan los grupos económicos.

Cristina no será candidata y se abren las variantes con las viejas lógicas de la mejor imagen sustituta cuando se trata de cuál es la mejor unidad dispuesta a derrumbar ese poder de unos pocos que dan un golpe terrorista al pueblo argentino, que han secuestrado la constitución nacional, dominan el mercado ahogando a las familias con su salvaje vejación remarcación de precios. Sin duda, Magnetto es el diablo, un fascista con la capacidad de haber fundado un orden invasor sobre el pueblo argentino. Pero su propaganda no es invencible, su poder no es intocable, igual que los grupos económicos que son parte de ese estado mayor de la antipatria.

Lo que sigue ausente es la decisión de confrontarlos con la unidad política de los que están dispuestos a dar batalla más allá del calendario electoral. Dar batalla democratizando la escucha en las bases populares, en los barrios acogotados de pobreza. Esa batalla significa democratizar las decisiones de las asambleas militantes, del pueblo en su conjunto.

La tragedia argentina no puede quedar en manos de un circuito cerrado de una docena de dirigentes, ni a la espera de otro sacrificio de Cristina Kirchner. El punto es que se puede superar recuperando la idea de una unidad frentista combativa con el principal eje de poner la escucha y la promoción a los que vienen desde abajo poniendo el cuerpo y la vida cuestionando y avisando que este punto de inflexión llegaba inexorable.

Entonces, la manada criminal del poder económico y sus asistencias gremiales se puede derrotar, siempre con una unidad, no dispuesta a negociar. Si ahora es todo o nada, democracia o fascismo, entonces como dejó en claro en su renunciamiento Cristina Fernández, es la hora del pueblo. Ya ese reclamo popular debe obedecer una parte grande de la dirigencia que hace tiempo no confronta con los reclamos de las bases.

olopez

Más de 35 años en la comunicación nacional y popular Una propuesta audiovisual en formato de radio y de tele (Mateve/YouTube) Construcción de ideas alternativas en el campo de la batalla cultural Ejercicio de comunicación plural de frente a la unidad en la diversidad Idea y conducción, Omar López. Suscribite a Mate amargo