La derecha no es un jinete sin cabeza
Por Omar López
Imaginemos que Mate amargo está al aire con su apertura editorial. Y digo que la versión de la derecha facha es más grave que la careta del senador Esteban Bullrich, que durante el debate online por la reforma judicial dejó su rostro de cartón y se borró.
El presidente Alberto Fernández sostuvo que “enfrentamos el peor de los monstruos”, la pandemia, y seguro junto al coronavirus la impunidad de la derecha opositora que enterró todo escrúpulo en su acción política reaccionaria de dominio cínico, bestial y golpista.
Como nunca en la historia política expone su irracionalidad violenta, su determinante odio de clase considerándose el abismo entre ricos y el pueblo trabajador. Son los gestos de una reencarnación ideológica política representativa de la apropiación del poder económico parados sobre la defunción ética.
Su enunciado remite al objetivo de las clases dominantes del poder económico de retener el dominio global.
Uno de sus ejes es la renuncia al bien común que sostienen desde un supuesto discurso de la libertad contra la opresión. Las estampillas de su vehemencia sobran; van desde mutilar al pueblo en lo económico, arrasando su bienestar, derechos y postrándolo en un endeudamiento mafioso aspirando a mantener así los condicionantes sobre su modelo hegemónico sobre la estructura económica. Esconder millones de vacunas que garantizan la vida de la población, deambular las protestas portando el virus, como el intendente de Avellaneda, Santa Fe, Dionisio Scarpín, que marcho contra la cuarentena y dio positivo.
Estamos en presencia de un nuevo tipo de terrorismo del poder económico dominante en su estructura política opositora. Son acciones de inteligencia política con soporte mediático local y global.
La discusión sobre los valores democráticos, las ideas políticas y el proyecto sobre un Estado de Derecho debería replantear prioridades en la contingencia histórica, recalibrar la discusión de las ideas como línea argumental de la soberanía del pensamiento crítico desde el bien común.
Desde el llano hasta la cúpula del gobierno es bueno conectar el protagonismo y organización de las ideas movilizando la participación popular. Discutir, argumentar, re significar el escenario en defensa del derecho constitucional de las mayorías es una nutriente poderosa para diferenciar entre lo legítimo y lo cínico.
La disputa en el complejo presente define las fortalezas políticas ante el incierto futuro. Contrario a la imagen del jinete sin cabeza, la derecha tiene más de una, y todas en el mismo sentido de expropiar riqueza y derechos a los pueblo, robar la inteligencia e imponer su pensamiento único a favor del su terrorismo económico y cultural. Pensarlo débil, errante y banal sería un trágico error estratégico, tanto como no afrontar las contradicciones dentro de las fuerzas populares que componen la alianza del gobierno y sus compromisos con el poder dominante.