Cuando la oscuridad nos ilumina

Por Omar López

La humanidad se encierra en sus casas ante un criminal invisible, silencioso y sorprendente. Hay ejércitos de ignorantes que pretenden seguir con su vida, respiran, se contagian y el virus sigue ganando. La cultura del consumo, y el dios del mercado que eleva el albedrío individual a muchos ciudadanos del mundo al suicidio inducido.

La crisis es global, pandemia, cuarentena, el paro y encierro de todos los habitantes como única vacuna del presente para no morir. Aún hay sujetos brutalmente desentendidos de la tragedia presente. El coronavirus mata sin distinción, en eso es semejante a la educación general inyectada en la cultura mediática, en los pasillos culturales e informativos donde consume la sociedad desde tiempos lejanos. En resumen, cuando la calidad informativa no se sostiene, no cruza comparación ni fuentes, cuando la verdad  y su circunstancia oculta en favor de mezquinos intereses de especulaciones económicas formidables. El retorcido látigo cultural del capitalismo marca una indigente cultura general donde la aproximación a la verdad parece imposible.

El gran productor de esta miseria humana entró en una crisis económica global; el mundo se paró, las economías de todos los Estados esta en respiración automática, y esa recesión económica mundial, tiene referencia con la crisis global de 2008.

La dinámica de infección  se proyecta veloz y la capacidad sanitaria, y la  estructura de salud de muchos países, de  potencias incluso, es insuficiente. Por haber privatizado su sistema de salud, por caso Estados Unidos o Chile, como ejemplos que abundan. El poder estructural del Estado, su presencia y capacidad de reacción y organización son más necesario que nunca.

China, el centro epidémico, puso su Estado en toda su capacidad; la ciencia, economía, gobierno, ejército, fuerzas de seguridad, toda la infraestructura y cada recurso al servicio de enfrentar un aislamiento necesario ante la pandemia. Reacción que en parte tuvo éxito; Desde este pasado jueves, la provincia china de Hubei no ha registrado ningún nuevo caso de coronavirus. No obstante, ocho personas más han muerto por esa enfermedad, elevando la cifra de víctimas mortales a 3.248, mientras que la de infectados sobrepasa los 80.900.

El virus y la parálisis económica viajan juntas a diferentes velocidades. La reacción de los gobiernos para enfrentar la enfermedad y el derrumbe económico los ubica ante un desafío político sin precedente.

El gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner reaccionó con la lógica democrática del Estado presente. Esto hay que señalarlo, porque es una lógica política despegada frente a la otra lógica que produjo la salvaje ocupación neoliberal. La rápida reacción del gobierno busca demorar el pico de la  pandemia, y evitar el derrumbe de la economía ya afectada por los desgarros del saqueo macrista.

Es el  Estado en acción asegurando medidas económicas expansivas, lo contrario al famoso achique del déficit. Sobre el tema económico contingente, recomendamos la nota en edición de hoy (22/3/) de Alfredo Zaiat.

Volviendo, se trata de desatar toda la inversión económica para fortalecer las líneas de reacción económica del gobierno, abriendo surcos de producción enganchados con las medidas de refuerzo de la inversión sanitaria.

El Fondo debe esperar, la pandemia abre un nuevo escenario político y jurisprudencia para concentrar los pagos en la vida ante que en los acreedores. Existe un cálculo político, hay una iniciativa enorme por parte del gobierno, es notable su reacción y va en el rumbo correcto.

El presente paralizó en parte, por ahora, a los especuladores políticos, ese heterogéneo entramado de las derechas sirvientes del neoliberalismo.

La comunicación sigue en asignatura pendiente, y es bueno destacar que se avanza en buscar corrección y lograr la comprensión de la sociedad ante la la gravedad del momento y cómo funcionar económicamente. En tanto, por necesidad política y negociación de contexto, el gobierno logró que los medios totalitarios de la derecha aflojen con su desgaste y al menos en sus tapas mediáticas.

La crisis está lejos de terminar, incluso se estudia ampliar la cuarentena, en tanto y a diario se afirma la acción de auxilio para no frenar la producción, una logística económica, política y de compleja presencia en la intervención del Estado.

Son nuevos desafíos y requiere ver la acción táctica a diario. Los mejores intérpretes en política económica, y en el empoderamiento científico que nos enorgullece, y en la mejor comunicación popular, son parte vital de esta autodefensa nacional.

Asistimos a dos procesos agónicos, la pandemia y el respirador automático del neoliberalismo y la cultura que privatizó la libertad individual, las políticas de salud, la razón social, la solidaridad recortada en función del individualismo sin historia. Hay más en este inventario, y lo cierto es que los pueblos saldrán con medidas colectivas, con estados de inclusión con todos adentro y fuera de los dictados económicos de los que han talado económicamente todos los derechos de la humanidad. En medio del espanto, otra lucha se presenta, y su destino se vincula con la solidaridad colectiva, con la economía popular y el regreso al destino de una Patria con el otro donde no están invitado los buitres.