Cuba única
Por M.A
Intentar comprender la realidad del pueblo cubano desde los parámetros de nuestro sistema de vida capitalista es un ejercicio inservible.
La revolución cubana es única, no hay ninguna igual, tampoco existe semejanza con cualquier otra construcción cultural, soberana, independiente y rebelde sobre todo del imperio global de la industria cultural y sus valores impuestos en un gran campo de concentración de los símbolos y sentidos y del consumo e individualismo impuestos por el capitalismo.
En Cuba hay necesidades y están expuestas de manera permanente en la batalla del pueblo por afirmarse en sus derechos y conquistas. Se discute lo malo y se milita el cambio desde una cultura, una ideología y carga de saberes sobre lo que se tiene y todo aquello que aún no han conquistado.
Se discute en medio del COVID y sus desgarros, desde la vivencia propia, con las ideas encarnadas en la vida compleja, en la sobrevivencia, con los derechos, conquistas, también precariedades y asignaturas pendientes. Los cubanos son un pueblo cruzado por experiencias políticas culturales muy fuertes; padres, hijos y nietos de una revolución que se transforma en tanto se defiende en el patíbulo de un bloqueo económico genocida, es como si todas las invasiones realizadas por el imperio de los Estados Unidos, con sus mentiras para garantizar su pie armado en la ocupación y violación de los derechos de otros pueblos, ahora, desde hace 60 años, se ejecutan contra la isla.
El Partido Comunista de Cuba tuvo que aprenderse a sí mismo frente a la transformación política del campo socialista, a sus alianzas y liderazgos. Su adaptación nada sencilla en un mundo que lejos de la revolución se encaminó a los progresismos, fachada de una democracia de utilería administrada por los poderes económico real que gobierna al mundo neoliberal. La discusión política y cultural tuvo desde adentro y hacia afuera de la tierra cubana.
Cuba es un pueblo de paz, generoso en su internacionalismo con todos los pueblos que padecen la injusticia; sus brigadas de médicos y maestros son tan solo una parte de su presencia humanista en cada justa histórica de los pueblos en lucha contra la opresión.
La ruta de la libertad marcada por Fidel Castro, la filosofía que sustenta hasta el presente la diplomacia de la batalla cultural como transformación de la política frente al poder económico del capitalismo, su globalización con el terrorismo financiero, en el nuevo escenario geopolítico, marcado con el nuevo ejército de ocupación de las industrias de la comunicación, brazo totalitario del neoliberalismo en el mundo. Bien señala el sociólogo, politólogo, Atilio Borón, que “La transición geopólitica se terminó, ahora hay una tríada dominante en el sistema internacional formada por Estados Unidos, China y Rusia”.
Entender la realidad cubana implica no perder de vista la memoria histórica de una lucha transformadora que comienza con la revolución y se transforma en con la conciencia y protagonismo popular. La educación de la sociedad es otra de las claves para comprender el sentido profundo de la discusión política, económica y cultural en su pueblo.
La democracia cubana no desconoce la historia humana, menos aún sus derechos y su diferencia ante otros sistemas políticos. Se vive bajo operaciones de inteligencia desde el viejo y mafioso anticastrismo acunado en Miami, a minutos de su territorio caribeño. El bloqueo es una bomba atómica; en lo económico, en lo cultural, en lo militar, en el sistema de invasión comunicacional con emisoras poderosas plantadas por los distintos gobiernos de los Estados Unidos, penetrando en el territorio cubano. Es una invasión permanente y también habrá que interpretar que muchos errores y debilidades en la Patria de Martí tienen que ver con esta pulseada desigual. Tuve oportunidad de conocer Cuba. De caminar sus calles, detenerme a hablar con jóvenes, y ancianos, con las pibas estudiantes y los trabajadores, con la militancia, ministros, médicos, zapateros, mecánicos, campesinos, universitarios. Estuve en los comandos de la revolución en los barrios humildes, y pude comparar su diversidad de miradas. Pero algo había en común; “nosotros no permitimos que vengan de afuera a resolver nuestros problemas, los problemas de Cuba los solucionamos los cubanos”. Esa respuesta es común en todos los niveles, en cada casa y por donde se pretenda detenerse a prestarles atención.
Es difícil la vida y es cierto que hay muchos y una porción de la juventud, descontenta, que pide cambios, y la cuestión es entender de qué cambios hablan y si ese reclamo esta en conocimiento de los límites que enfrenta a la hora de ir por ellos.
En Cuba ha muerto el CHE, Fidel, y muchos CHE y muches “hijos políticos” de Fidel están vivos, jóvenes y luchando dentro y fuera de la estructura de la organización de un estado popular. Sucede que la comunicación cubana es fuerte para enfrentar las mentiras y engaños del imperio y proporcionalmente débil hacia dentro de su propio universo. Los “referentes”, los cuadros, los fidelitos, no son un mecanismo del pragmatismo, surgen producto de una transformación de la discusión de las ideas, de la acción política frente a las necesidades, y luchan contra el pragmatismo que por cierto existe, negarlo sería ensuciarse en la inteligencia.