En el matadero de la historia la tumba es eterna
Por Omar López
A lo largo de la historia humana el sistema de ocupación de los modelos del capitalismo fue es y será cínico, brutal y genocida.
Durante la evolución de su poder hasta el presente de ultra derechas liberales y fachas, siempre utilizaron el engaño; la mentira como una verdad indiscutida, la comunicación de persecución a sus adversarios, la transformación de la justicia en una banda de colaboracionistas y sicarios, y la creación de liderazgos articulados como títeres de su necesidad de sostener la invasión a los pueblos para despojarlos de su riqueza.
El gobierno argentino llegó al poder en elecciones democráticas, vendido como una alternativa a terminar con las castas que empobrecieron al pueblo. El candidato fue penetrando en todas las regiones del descontento social y se desplazó con un lenguaje violento sobre todo las creencias agotadas de los gobiernos democráticos, especialmente, del campo popular, del peronismo, de las izquierdas, mezclando las identidades y valores de las militancias ubicándolas en el lugar del atraso, de lo inservible y lo corrupto.
El juego planificado en los laboratorios de la derecha a la conquista de un mandato de ocupación superior del Estado, el territorio simbólico y el geográfico para imponer su nuevo orden de gobierno. La cuestión es vincularse desde las nuevas tecnologías, adentrándose con ellas en las rutinas sociales y físicas de las clases populares y las medias clases, discutiendo y sosteniendo sus razones, intereses y sobre todo su lógica de vacio pensamiento crítico y mantener su narrativa ahí mismo donde humean las verdades incineradas por su terrorismo comunicacional.
Pudieron al advertir el enorme retraso de las primeras líneas involucradas en la batalla cultural, esa batalla política que a largo de la historia cruzó razones, verdades, discutiendo intereses y proyecto.
Invirtieron todo su super poder mediático, hegemónico, producido por largos procesos de claudicaciones de diversos gobiernos democráticos. Néstor Kirchner lo advirtió, lo confrontó, y con su muerte, se oxidó su idea de desnudar la simbiótica maquinaria del poder real con sus ejércitos de comunicación, encantamiento, y quiebre de las ideologías.
Javier Milei es producido en su laboratorio, al principio como un ejercicio en el probador de imagen de los espacios mediáticos de periodistas y comunicadores serviles a su invasión desinformativa. La cuestión de atacar valores democráticos, la solidaridad, el Estado presente, la soberanía política, económica principalmente…
La profunda crisis política dentro del complejo movimiento peronista, y su mayor debilidad en la discusión de los valores y el rumbo ideológico en su último gobierno, terminó enterrando una experiencia única nacida en un gobierno que venía a devolver y solucionar los vandálicos crímenes económicos del gobierno de Maurico Macri y sus derechas. No hubo determinación final para mover el timón político. Ganaron debilidades y traidores, los mismos que ahora hablan de una unidad para vencer tanto crimen económico y social.
La derecha a cargo de advertir los quiebres de su propio modelo de acumulación y de sus oponentes, pudo edificar su peón de proa, el tipo que no encajaba en los modelos, claro, para la ciega lectura de muy importantes nuevas generaciones desgajadas de la memoria que no se sostuvo y actualizó ante la ciudadanía.
Ahí, penetraron con los pibes inyectados de antiperonismo, vacunados con el odio estúpido y servil al enterrador de todos los derechos.
Y lograron confundir y dividir a otras generaciones muy calientes y defraudadas por la camada con responsabilidad de gobernar.
Ahí las asignaturas a una recuperación de ribetes épicos que juegan a contratiempo en nuestro destino herido de parálisis.
Ya no importa el desequilibrado que apuesta a falsear datos de la economía a sostener la realidad en Narnia. Ya no sirve discutir y comentar sus escupitajos diarios, meterse con su inteligencia del odio es un viaje sin retorno. La cuestión es adelantarse, y sin piedad, a toda su otra inteligencia operativa sobre la usurpación en alta velocidad, porque ya agotaron la línea de fundamentos “creíbles”, ahora las evidencias de su maldad están en la herida abierta de los moribundos sociales. La derecha comunicacional ya no puede, no encuentra la forma de ocultar el genocidio económico y social. Entonces planifican llegar a tiempo al cadalso donde guardar la sucia entrega de todas las riquezas nacionales, porque digamos, de ellas vivimos o sin ellas morimos.
Y salir a contar cómo la casta, paradójicamente, los expulsaron del gobierno quebrando su plan de LIBERTAD.
Y hay que evitarlo, pero es difícil pensar en el NUNCA MAS de esta derecha estructural gobernada por una docena de super millonarios y asociaciones multinacionales de verdugos buitres. Difícil, porque implicaría una unidad inédita, brava, enamorada de la solidaridad y el respeto a todas las fortalezas que la rodean en lugar de operar sobre sus propias debilidades, porque la idea es recuperar un gobierno popular, alto frentista, un frentismo que monte el histórico animal de la historia y cabalgar en los tribunales con el Nunca Más. Y Cabalgar en los barrios, en las oscuras fábricas, en los hogares donde se velan los jubilados, en las calles donde redoblan los pasos los marchantes por la salud, por los jubilados, por todooooosssss.
En fin, la eterna rebelión de los libertarios para el pan, para el trabajo, para elevarnos ante la injusticia y que las mayorías gobiernen su destino y repartan su riqueza. Estamos viviendo el mayor retroceso de la condición humana, el esquizofrénico desinterés en lo que pase en el otro. El desentendimiento ante la poderosa unidad para lograr nuestros sueños, aquella idea de que la patria es con el otro y nunca con uno mismo.
Este engendro lechoso cocinado en los laboratorios de los magnates predica un país de aplastados sin pensamiento, de obedientes que marchan cantando su odio a la democracia popular, marchan al matadero de la historia, sin descubrir que ahí, la tumba es eterna, incluso para los estropajos humanos como Javier Milei y su yunta de bandoleros.