La scaloneta y la vulgaridad del pensamiento colectivo

Por Mariano Carril
Recomendamos esta lectura, adentrarse en su narrativa intensa que remite a muchas otras líneas del pensamiento y el sentir popular. Mariano nos muestra que el pensamiento crítico es un ejercicio colectivo, una creación artística como ese mágico y apasionado despliegue del juego de todos de nuestra scaloneta.
Disfrutemos!
Pasan los meses y la euforia histérica va dejando paso a la degustación más calmada, pero seguimos festejando. Al margen del elemental festejo del campeonato mundial, el enamoramiento popular con la Scaloneta es anterior y va más allá de la copa. Las explicaciones más obvias a las más trilladas para el fenómeno van siempre asociadas con la idea de identificación-identidad que a mi entender, no dan cuenta de lo más importante: el fútbol. Porque la épica, tan maradoniana, eternizada en la derrota de Italia 90, con impronta siempre tanguera -primero hay que saber sufrir, hasta los penales- puede ser expresión de identidad nacional tanto del fútbol como del luche y vuelve o de la enésima vuelta de Maravilla Martínez. Lo mismo vale para que resaltar el hecho de que la gesta sea colectiva. Pero hay algo bien particular, parece que es tan evidente que no se ve.
Quizás sean los algoritmos que deciden y moldean mis conductas, no más, pero no dejo de ver el segundo gol a Francia en cuanta red social visite y/o recorra. Una y otra vez, de todos los lados. ¿De dónde viene esta fascinación?. Yo mismo vuelvo a verlo una y otra vez. Desde un primer momento asocié esa obra de arte a otro 2 a 0, el de Valdano contra Alemania en el 86, acaso el gol más lindo, dispensen la herejía, de ese mundial. Pero sí, fue el gol más lindo en cuanto a la idea de fútbol como construcción colectiva. Y el de Di María, más lindo todavía.
Recuerdo entonces a Daniel Liñares, en “Pensamiento Colectivo” (De pies a cabeza, ensayos de fútbol, 2010), cuando propone, a mi juicio con mucho éxito, rebatir la idea de que al fútbol no se lo piensa. Liñares recuerda que “el diálogo es la forma básica del pensamiento colectivo a los efectos del intercambio y cotejo de ideas”. Pero que esa idea de que el pensamiento no puede ser ejercido con independencia de la palabra “quizás solo manifieste con esa afirmación la limitación de quien no puede pensar sin palabras». Se trata, subraya del dualismo ¿judeo-cristiano? ¿aristotélico? ¿burgués? de separar cuerpo y mente.
Por el contrario, el pensador (nunca supe si futbolista que filosofaba o filósofo que sabe jugar a la pelota), propone la existencia de un pensamiento futbolístico que se produce y desarrolla exento de palabras. La esencia del fútbol (del buen fútbol como me gusta a mí y en eso coincido con el pensador, el de Román, Bochini, Platiní, Necib), no es el gol, es el pase.
Según Liñares, en su aspecto espacial, formas complejas en constante movimiento intervienen en la concepción del fútbol, por lo tanto, se trata de “un pensamiento geométrico-cinemático que se vale principalmente de la intuición (mirada), como herramienta de conocimiento, de una intuición vectorial (…) En cuanto a lo temporal, lo más preciso que se podría decir es que es una danza y como tal, se vale de los tiempos del ritmo.”
Vuelvo a ver el gol de Di María desde todos los ángulos posibles y veo exactamente eso, una construcción geométrica de pases de primera que van por la bisectriz de los ángulos formados con el dador del pase como vértice de rectas imaginarias que atraviesan los rivales. Pases perfectos, que no van al compañero sino al “vacío” (no me arriesgo a divagar con el “ex – nihilo” de Castoriadis).
Y en perfecta cadencia. Porque si en lo temporal el fútbol es el ritmo, una cuestión temporal del pensamiento futbolístico desarrollado sería la de hacer en un tiempo-movimiento lo que se hace en dos. Es decir, por ejemplo, en lugar de bajar la pelota y pasársela a un compañero, directamente bajársela a un compañero. Es lo que hace Messi cuando se la baja a Julián Álvarez. La toca dos veces pero juega de primera. Algo que ya había hecho para sí en el gol contra Nigeria en Rusia 2018 y por lo cual fue tan celebrado, en esta oportunidad apenas queda registrado en la construcción colectiva pese a que en ese toque sincopado es en realidad donde se convierte la jugada en obra maestra.
Cierra Linares al definir el fútbol como “un pensamiento que basado en la mirada-intuición, en la percepción visual, se desarrolla en forma colectiva con completa independencia de la palabra.” Vuelvo a ver el gol de Di María como una síntesis perfecta para convertir la anterior frase en zócalo del video que quedará lopeado en nuestra memoria. Pienso si ese enamoramiento con la Scaloneta no tiene que ver tanto con esos gestos necesarios, pero siempre insuficientes de la subjetividad (la entrega, el compañerismo, etc.) sino en la capacidad de construir poder (poder ganar un mundial) a partir del pensamiento y la inteligencia colectiva, que no siempre van por los canales de lo que don Arturo Jauretche llamaba la “inteligentzia”. Pensamiento e inteligencia colectiva para construir un escenario en el cual la existencia de un mesías solo es posible en una comunidad organizada. Siempre sospechamos que algo, y bastante, de eso tuvieron los triunfos populares de nuestra historia.
Pero esto es fútbol, no un debate intelectual y además, cualquier discusión ya la saldó Saturain cuando sentenció, “Sebrelli, vos al arco”.