La memoria antes que la motosierra
Por Omar López

Nos atraviesa un tiempo violento, el inquietante desprecio por la verdad y un impulso a la muerte que se descarga entre jóvenes desterrados de saberes, marginados por una pobreza que los resiente al extremo, hijas, hijos de familias –en su mayoría- carenciadas, en un borde caótico o en la indigencia. Son una parte generacional que no avista el horizonte, viven en la impotencia, la bronca, y les aumenta el desprecio a aquellos “pudientes” que apenas están un par de escalones más arriba. Es difícil reconocer la complejidad del proceso que desarticula una familia que a diario pierde su capacidad de subsistir. Cambia el carácter, aumenta la angustia que paraliza y nubla en cómo pensar una salida, comienza una fricción junto a la ruptura de hábitos y se automatizan mecanismos en una convivencia donde se pierde la contención y aparece la intolerancia. La violencia en sus diferentes formas gana terreno y suele salir del hogar a la calle. El dolor y la frustración desesperante solo los relaciona entre aquellas, aquellos que hablan su idioma de bronca, maldición y venganza. Tanto sufrimiento de origen político, económico con desenlace cultural en su destripada condición social, en la ignorancia galopante, está construido por una devastación de la inteligencia crítica del sujeto, que le fue robada, aplastada, aplanada por diversas intervenciones históricas, ideológicas – económicas – de los aparatos dominantes de comunicación de la derecha, motor difusor del poder económico real. Es el despreciable sentido común de la desinformación, la venta de la mentira como verdad, el despreció a todo movimiento democrático y colectivo, la creación de los fantasmas de una violencia como símbolo de todos los males que se padecen. La culpa y la sentencia se dirige al gobierno actual, despreciando la política.
Hay razones históricas, materiales y subjetivas que no fueron resueltas por el movimiento democrático, ni por la alianza gobernante, aunque para ser precisos vienen de lejos y tienen distintos orígenes y responsables concretos.
La Semana Trágica del 7 de enero de 1919 cuando la huelga de los obreros metalúrgicos de los talleres de Vasena terminó en una represión salvaje a manos del ejército, la policía y grupos de ultraderecha comandados por la liga patriótica, con apoyo de la Bolsa de Comercio y la Sociedad Rural, bajo el lema bajo el lema “Patria y Orden”. Entre apellidos como Martínez de Hoz y Nazar Anchorena figuraba el jefe de la represión: el general Dellepiane. El triste saldo dejó 700 muertos y cerca de 4000 heridos.
El 16 de junio de 1955, a las 12,40, la Fuerza Aérea Argentina bombardea la Casa de Gobierno donde se encontraba el presidente Perón. El ataque abarca Plaza de Mayo y alrededores; más de 350 muertos, 2000 heridos y 14 toneladas de bombas.
El 24 de marzo de 1976, un alzamiento militar impulsado por poderosas empresas nacionales y extranjeras con la participación de políticos y la cúpula eclesiástica imponen la llegada del terrorismo de Estado. Secuestros, torturas, fusilamientos, cuerpos de detenidos en campos de concentración eran llevado a aviones y lanzados vivos al río de La Plata y al mar. Robo de bebes, de empresas y saqueo en las casas de las víctimas. Treinta mil detenidos desaparecidos. Se retomó la relación con el FMI, en abril de 1976. “La deuda pública creció 5,5 veces durante la dictadura, pasando de U$S 8.085 millones en 1976 a U$S 45.065 millones en 1983.
En este plano del análisis vale identificar el notable retraso (por parte de los partidos políticos – y referencias determinantes) de leer los cambios producidos en la sociedad. Cambios en la estructura económico social y cultural que establecieron nuevos comportamientos en la sociedad. La inclusión inconclusa de los jóvenes, la contención práctica por encima de un plan económico, social, educativo y cultural. La insuficiente o nula intervención en sus rutinas sociales amplió el desorden de su comprensión sobre las causas de su realidad y la construcción de fortalezas para una salida.
En este escenario hay un estado bajo el fuego permanente del poder real, ese que interviene en la generación de la pobreza, y es el verdadero terrorismo que destroza la mesa familiar, que impone la suba de precios haciendo imposible el comer dignamente.
Son un puñado de poderosos grupos económicos que producen una inflación que vacía todos los bolsillos. Los mismos que piden devaluar el peso o dolarizar, una movida que solo pueden aprovechar ellos reproduciendo sus fortunas al infinito.
La malaria se transformó en un infierno con la deuda tomada por Macri con el FMI. Impagable y para colmo con toda esa guita fugada.
El gobierno no quiso confrontar a semejante estafa, la alianza del FdT perdió tiempo en discusiones mal encaradas, alejadas de la sociedad y sin respuestas a tiempo a un pueblo víctima de tanta estafa. Lo bueno quedó olvidado y la falta de confrontación para parar los golpes de mercado aumentaron la acción narrativa de la derecha en sus diversas versiones.
La derecha electoral peor no se consigue, cínicos, brutales, coronados de mentiras, desprecio, y odio compiten por la muerte del peronismo, el kirchnerismo, en esa zaga el desbarranco de Patricia Bullrich, que habla de exterminar al kirchnerismo, supera todos los valores éticos y políticos dentro del estado de derecho. La narrativa de las variantes de derecha resulta un enmascaramiento para no transparentar la verdadera
intención sobre el vaciamiento del Estado y sus planes económicos al servicio del poder concentrado. porque ese es su enmascaramiento concreto. A ninguno se les cae una promesa de cómo dar de comer, atender la salud, la educación, garantizar la vida de los jubilados y cómo lograr que los jóvenes accedan al conocimiento, al trabajo, a socializarse con proyectos que los incluya. Concreto; la inclusión no aparece, no se les cae nada respecto de tocar un poco los intereses de los más ricos, de los poderosos, porque ellos son sus candidatos. Juntos x el Cambio repudia la quita del impuesto a las ganancias, pero ponen el grito en el cielo si se trata de ampliar un impuesto a la riqueza o a los grupos exportadores que pagan, cuando lo hacen, paga, el 2,44 de ganancia contra un 18 y 21 por ciento de los trabajadores.
El plan es el caos, un país de zombis hambrientos, de violencia que será brutalmente reprimida, un terrorismo de estado que gobernará para poderosas minorías que no quieren una sociedad pensante, trabajadora y con proyectos colectivos de inclusión.
El peronismo recibió el impacto en las elecciones primarias (PASO), y forzó su unidad de movilización frente a su candidato que en diez días puso a ese estado ausente en una recuperación de la iniciativa política. En principio yendo en auxilio de los bolsillos populares y de la clase media. En medio cambió pulseada con la derecha y la ultra derecha opositora que no quiere dejarle avanzar las medidas de alivio económico.
La crisis que nos abarca obliga entre tantas urgencias a despabilar ideas; cómo se relaciona el Estado con los jóvenes, cuánto hay que cambiar en el abordaje, también atendible para las organizaciones políticas y sociales de Unidad por la Patria. La contención económica, la contención en el territorio, en la calle misma donde viven con sus rutinas erráticas. Dicho esto es de rigor aclarar que existen valiosas experiencias de organizaciones políticas que hace años trabajan en los territorios y con gran sacrificio son parte de la trama social; trabajo en cooperativas, comedores sociales, centros culturales, movimientos de educación externa a la escuela, espacios deportivos para pibas y pibes en el fútbol, desarrollo artístico.
Entre esas experiencias sería de un valor incalculable –con el apoyo del estado provincial, municipal y nacional- generar experiencias de comunicación en la que los jóvenes puedan aprender la realización, producción y conducción audiovisual. Es un espacio de gran intensidad social, cultural que atiende lo grupal y ejercita diversas formas y creaciones de construir sobre la realidad.
Quedan treinta días para convencer que la democracia participativa es la única salida frente al suicidio salvaje del odio montado sobre la fantasía de la salida individual.
No es motosierra para mutilar cuerpos, el cuerpo democrático, el cuerpo del Estado sin el cual la sociedad pierde los derechos sobre la educación gratuita y democrática. Un Estado que debe sostener y mejorar la salud pública, igual que los ministerios de trabajo, la ciencia, la seguridad que debe mejorar su accionar, igual que la distribución de la riqueza.
Hasta el presente la autocrítica y la seriedad de discutir una patria con profundidad democrática y de derechos para las mayorías, viene del lado del candidato de Unión por la Patria, el Ministro de Economía Sergio Massa. De la vereda de enfrente más allá de la falsa narrativa de dolarizar, de Milei y de su construcción del salvaje que putea, maldice a todos los que no piensan como él, no hay nada, o sobran mentiras y oscuridad en la que se esconden los poderosos que lo mandan y son los únicos que harán negocios.
Es cierto que el actual gobierno no logró resolver una inflación que le fue impuesta por el endeudamiento del gobierno de Macri con el FMI. El más grande y mafioso de la historia, pero también es cierto que falto coraje para gobernar y para comunicar al pueblo cómo opera el núcleo del poder real que se fugó toda la guita, que dejó la deuda impagable, y que encima a diario da un golpe de estado con la salvaje remarcación de precios y sus operaciones de mercado impulsando la devaluación.
Es más fácil construir el verso del odio montando sobre el enojo, la frustración, el hambre, la desventura y el hartazgo del tanto mal vivir, de que el mango no alcanza, se desvaloriza y no se puede comer.
Las medidas que Massa va tomando, por sólo dar un tema la quita del iva en la compra de alimentos que alcanza a más de 20 millones, la quita del impuesto a las ganancias, son mucho más que gestos, es llevar el Estado en la dirección correcta, hacia el pueblo y sus necesidades. Acá no hay motosierra, esa se la dieron a Milei para la función del castigador, que casualmente nunca amenaza a los que la tienen toda, ese poder económico de muy pocos que se siguen robando todo y son los que en verdad hambrean y mienten como a lo largo de la historia.
El poder no es ficción, no es teatro, es terror, planificación, inteligencia, uso de la ciencia de la comunicación para que tanta falsedad sea consumida como algo legítimo.
Es ese terreno las fuerzas democráticas que no son pocas por suerte, deben repensar todo.
Asistimos a un tiempo donde inexorablemente se disputa otra rebeldía de la razón, distintas maneras de recrear las ideas y de actualizar la ideología, o sea esa idea y su lógica de aplicarla. Sobrepasando los pragmáticos, los esquemáticos, los viejos y los jóvenes viejos que temen reconocer que el mundo cambia, que esa ciencia que Milei repudia, nos puso en otro universo que el poder económico que lo parió a Milei la utiliza para el engaño, el individualismo, el vaciamiento de cerebros, la mansedumbre enmascarada de un sentido de rebeldía que termina cuando la motosierra venga por ellos y ya no para cortarle el destino, sino para matarlos definitiva como sociedad.
El enorme poeta portugués Fernando Pessoa escribió: “Llevo las heridas de todas las batallas que evité”.
Evitemos más heridas y construyamos la fuerza de la unidad para dar batalla por la patria que nos pertenece. Juntos, discutiéndonos para ser mejores, más solidarios, unidos, colectivos, informados y creativos en imponer el derecho democrático distribuir la riqueza para la gran mayoría del pueblo. No hace falta motosierra, hace falta preguntar cuántas veces nos engañaron, cuántas veces nos mataron, cuántas veces se llevaron nuestra riqueza, nuestro destino y nuestro derecho a saber de qué se trata.