La gira eterna de Pepe

El gigante actor que durante 75 años atravesó generaciones y personajes murió en la tarde del miércoles 13 de septiembre a los 93 años.
Por Omar López
Pepe Soriano salió de gira con los ángeles, imagino su mirada intensa, la sonrisa imborrable, los abrazos nacientes con Osvaldo Bayer, el poeta Raúl González Tuñón, su vecino y esa amistad que puso una ventanita en la pared para avistarse siempre.
Nosotros corremos la tristeza de la partida y ordenamos sus palabras tibias, su bondad sin frontera del amigo que nos invita a pulsar sueños sin tregua. Acá se queda su gesto y toda su obra viva, y nuestras charlas, semanales en Mate amargo, por Radio Splendid.
Pepe fue un amigo, crítico y sincero, donador de intensas lecciones de vida. Al cumplirse los Treinta años del Terrorismo de Estado, Pepe aceptó con generosidad ser el narrador de la producción especial 30 mil sueños, el título fue su idea. Me viene su voz en el estudio de radio de Mate narrando la historia, improvisando, meciendo los tonos de su memoria sobreviviente de aquellos tiempos de horror.
La vida, es finita, Pepe la ensanchó con tanto amor y talento brotado de sensibilidad, de su intuición profunda. No olvido cuando me contó con detalles la escena del fusilamiento donde cae moribundo su personaje, el alemán Schultz en La Patagonia rebelde, de Héctor Olivera, la película fundamental de nuestro cine, basada en el libro de Osvaldo Bayer.
Pepe cuenta que los milicos censuraron esa escena, modificada luego, porque él al caer acribillado, en su último aliento, les grita a los militares, “ni tirar saben, hijos de puta”. Y Pepe de pie en el living de su casa, se toma el pecho impactado por las balas, su rostro se quiebra de dolor, su cuerpo se estremece, estallan sus ojos, se entornan, se curva su espalda y cae de rodillas frente a mí, levanta su cabeza lentamente y me grita, “¡ni tirar saben hijos de puta!”
Aquel día estaba emocionado porque estaba por viajar a Uruguay para filmar El último tren, dirigida por Diego Arsuaga. Comedia dramática protagonizada junto a Federico Luppi, Héctor Alterio y Gastón Pauls. La historia cuenta que un estudio de Hollywood compra una locomotora uruguaya del siglo xix. La noticia de su venta no es bien recibida por los veteranos miembros de la asociación Amigos del Riel. Toman la decisión de secuestrar la locomotora que iría a parar a los Estados Unidos y movidos por la consigna «el patrimonio no se vende», comienzan a rodar las vías del interior del país. Son perseguidos por las autoridades, pero resisten cuando encuentran la solidaridad de los pueblos aislados y abandonados por la falta de un medio de transporte que para los pasajeros hace tiempo dejó de pasar. Una historia que a los argentinos nos toca de cerca; “ramal que para, ramal que cierra” sentenciaba Carlos Menem con su modelo neoliberal durante los noventa, mutilando la red ferroviaria y aislando pueblos enteros.
Pepe relata con entusiasmo, el momento es único.
Nos deja su legado artístico, el fenomenal actor que ardía en escena, en teatro, drama, comedia, en el cine nacional y extranjero.
En España filmó Espérame en el cielo, película española, estrenada en 1988, dirigida por Antonio Mercero.
Paulino Alonso (Pepe Soriano) es un ortopedista que tiene un gran parecido físico con el dictador español Franco. Paulino es secuestrado por agentes del gobierno con el fin de utilizarlo como doble de Franco en sus apariciones públicas de riesgo. La “máscara” de Franco, su gesto y dramatismo son extraordinarios.
Me quedo con el alemán Schultz en La Patagonia rebelde, con aquel primer travesti interpretado sobre las tablas en el teatro de revista. Otra de mis preferidas es Asesinato en el Senado de la Nación, película argentina dramática-histórica de 1984 dirigida por Juan José Jusid y protagonizada por Miguel Ángel Solá. Pepe encarnaba con todo carácter al gran Lisandro de la Torre, en su lucha contra los monopolios y los vende patria de siempre.
Actuar la vida con pasión lo transformó en el gran intérprete de diversos personajes; su marca en el orillo con su Luis Sosa en Tute Cabrero, o a la siempre hambrienta abuela de La Nona en la película de Héctor Olivera.
Puso la misma pasión por la solidaridad y los derechos de los trabajadores de la actuación, fue fundador y el primer presidente de la Sociedad Argentina de Gestión de Actores e Intérpretes (Sagai).
José Carlos Soriano, Pepe Soriano nació para actuar, vestir los personajes creíbles que nos atraviesan en la vida, con su intenso dramatismo, su locura, su vehemencia, con la piel del sacrificio de los dignos y los héroes.
Sobre todo, Pepe fue un cultor de la amistad, un hermano de sueños y sacrificios amarrado a la memoria crítica. Me guardo mil momentos; diálogos en su casa, discusiones, consejos, su entusiasmo para que me pusiera a escribir guiones del Cazador de Sueños que tenía el deseo de llevar en gira por los teatros de nuestro país. Así era su impulso, así su amor sin barreras. Nuestra última charla fue breve e inolvidable y la guardo para siempre.
Pepe, es el padre del Loro Calabrés, que como buen itinerante llevó por los pueblos durante un cuarto de siglo. Me regaló un libro del Loro… editado por Ameghino. En la portada puso una frase que usaba mucho en sus diálogos; “ojalá que como el trigo sepamos ser pan un día”.
En las últimas líneas del libro Pepe nos dice que “Yo quiero trabajar para más gente. Yo quiero llevar un poquito de lo mejor que puede dar el arte teatral, a los más que pueda. Yo quiero seguir en el camino”.
Hoy llevo sus palabras en este viaje intrigante de la vida, guardo su voz y sus gestos en ese rincón del alma donde habitan tantos queridos como Osvaldo Bayer, maestros de la dignidad y del amor.
Pepe, te seguimos disfrutando, tanto, tanto y para siempre.